Concluimos hoy con el artículo del cardenal Ravasi publicado en el "Osservatore Romano" el pasado 1 de enero.
A estos argumentos ofrece el cardenal Ravasi tres contundentes respuestas. La cuestión del viaje procede de una "sensibilidad exquisitamente moderna", que nada tiene que ver con las costumbres antiguas, "acostumbradas a una áspera forma de vida que no se le ahorraba ni a las mujeres encintas", y cita el ejemplo de la perduración incluso hoy de esos largos desplazamientos de embarazadas entre las tribus beduinas.
En cuanto a la
posible manipulación por los evangelistas, Ravasi recuerda que toda la polémica de
los primeros cristianos con los judíos se basó en demostrar el linaje davídico
de Jesús y su condición mesiánica, y que sin embargo no se
encuentra ninguna mención por parte de los adversarios hebreos a ese
posible intercambio de Belenes, que les habría sido muy fácil demostrar de
haber sucedido. De hecho, subraya Ravasi, Orígenes en Contra
Celso explica precisamente que los judíos nunca hacían referencia
al cumplimiento de la profecía de Miqueas precisamente porque el
nacimiento allí de Jesús debilitaba su posición. Por último,
si en Belén de Galilea se han encontrado restos de un monasterio fortificado
del siglo VI, en Belén de Judea se erigía ya dos siglos antes, en 326, la
majestuosa basílica constantiniana. La memoria histórico-arqueológica es
"más sólida" para Belén de Judea que para Belén de Galilea.
Fue en Judea donde
los primeros cristianos quisieron honrar la gruta donde vino Dios al
mundo, profanada por el emperador Adriano, que construyó allí un santuario
pagano hasta que Constantino la sustituyó por el citado templo.
La arqueología, pues, viene
a dar una vez más la razón a los Evangelios, allí
donde otros quieren desmentirlos sin aportar prueba de peso alguna.
No nos debería sorprender lo obvio, aunque a veces lo haga.
ResponderEliminarEspectacular reportaje.