Procesión de Nuestra Señora del Carmen de 1924. |
Según comprobamos en las crónicas de la época, las niñas que van delante de paso debían ser niñas de la casa Socorro Hospicio; imagen que se repite en los años sucesivos y que otorgan a la procesión un halo de costumbrismo hoy totalmente desaparecido.
Sin embargo tal vez un detalle inapreciable a la vista sea lo más llamativo de aquella procesión. La descripción de la imagen durante la procesión dice:
"La imagen de Nuestra Señora del Carmen aparecía radiante de hermosura, exornada con suntuosidad y exquisito gusto, llamando justamente la atención la iluminación espléndida y su magnífica corona, llena de luces eléctricas".
La aparición de iluminación eléctrica en actos cofrades no es algo nuevo en la década de 1920. De hecho ya en 1897 se colocaron varios focos eléctricos en la calle La Feria para iluminar el transitar de la procesión oficial del Viernes Santo; por cierto, propiedad de la empresa de Casillas. En 1914 se abrió una suscripción por parte de la Real, Venerable e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores para colocar un arco de luces eléctricas en la embocadura del camarín de la Santísima Virgen. Desde el inicio de la propia década varios de los pasos de nuestra Semana Santa lucía la tan admirada, en aquella época, iluminación eléctrica (en algunas ocasiones junto con la iluminación tradicional).
Incluso podemos recordar cómo se utilizaron reflectores eléctricos para iluminar los cultos del Cristo Yacente de la hermandad del Santo Sepulcro, o los curiosos arcos de luces eléctricas que se colocaron en los besamanos de los titulares de la Hermandad del Huerto en 1944. Sí, sí, besamanos a la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, que por aquel entonces aún lucía su melena de pelo natural.
Besamanos de la Hermandad del Huerto en 1944. |
Sin embargo no teníamos constancia de ninguna iluminación en la propia corona de la Virgen con luces eléctricas. Todo una sorpresa y descubrimiento.
Todas estos aparatos eléctricos requerían de unas baterías que dieran soporte, las cuales solían instalarse en el interior de los pasos (bajo el calvario en el caso de los crucificados, o repartidos por los costeros en el resto), lo que suponía un gasto considerable. En esta ocasión sería por cuenta de la condesa de Cañete de las Torres, benefactora de la imagen en aquellos años, y quien llegó a ser felicitada tanto por la belleza de los cultos como por la de la propia procesión.
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