domingo, 18 de noviembre de 2012

Entrevistas Costaleros del Calvario. Juan Pedro Recio (III)

Hoy compartimos la tercera parte de la entrevista realizada por Costaleros del Calvario a Juan Pedro Recio Lamata.

23.- Transcurridos muy pocos días desde aquella solitaria salida, una noticia vuelve a sacudir a las cofradías: la Anunciación, propiedad de la Universidad, queda desacralizada, no pudiendo la Hermandad “rescatar” al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, propiedad de la Universidad, ni al resto de imágenes y patrimonio propios. 

En términos generales, fue la carta de presentación de las intenciones laicistas del Gobierno de la República. Era una muestra clara de la separación absoluta entre el Estado y la Iglesia que se establecía en la nueva legislación. 

Particularmente fue un episodio especialmente duro para una Hermandad muy joven, recién fundada y que vio seriamente alterada su vida interna, vislumbrándose un futuro incierto. 

Salida Santísimo Cristo de la Buena Muerte desde la Anunciación. 1951

24. Y por si todo esto fuera poco, cuando en 1933 se cumplían XIX siglos de la Pasión y Muerte de nuestro Señor, Sevilla lo “conmemora” sin hermandades por sus calles (lo cual no ocurría desde 1825). 

Curiosamente una efeméride de tal calado, se celebró sin cofradías en las calles. Aún así, los cultos internos brillaron de manera sobresaliente, con gran afluencia de público, pasos montados en las iglesias, altares de cultos levantados ex-profeso, incluso con la celebración de cultos poco habituales en la época, como besamanos y besapiés de imágenes. 

25.- Las elecciones de noviembre de 1933 representan un vuelco con victoria de la Coalición Española de Derechas Autónomas (CEDA), lo cual calma ligeramente la situación permitiéndose así la salida de un total de 13 de las 45 cofradías existentes. Finalizaba el bienio rojo. 

El cambio político fue de suma importancia —aunque no determinante— para que las hermandades volvieran a plantearse reanudar sus estaciones de penitencia. Las excepcionales medidas de seguridad, la ayuda económica, el vacío cofradiero de los dos años anteriores y también el deseo —y hasta la necesidad— de retornar a la normalidad, hicieron posible que 13 cofradías salieran en 1934, aunque pudieron ser algunas más. 

Cristo de la Fundación, "Negritos" en 1930. Foto: Los capillitas del arte
26.- Tras la relativa tranquilidad de 1935, 1936 comienza con unas elecciones generales en febrero que otorgan el poder al Frente Popular, lo que hace que de nuevo el ambiente se encrespe y se vuelvan a vivir episodios de ocultaciones de imágenes y patrimonio como ocurrió en las hermandades de la Estrella, San Esteban, La Cena, Negritos o Amargura, entre otras. 

Sí. Resulta llamativo que las imágenes se ocultaran y volvieran a los templos para los cultos o para ser entronizadas en sus pasos. Analizando este fenómeno, y a diferencia de 1931-1932, en aquellos primeros meses de la República las ocultaciones respondían a los primeros ataques e incendios a templos —San José, San Julián, Buen Suceso, etc. — mientras que en vísperas de la Semana Santa de 1936, las prevenciones obedecían al recelo que levantó el triunfo del Frente Popular en las elecciones y a una probable oleada de ataques anticlericales que, afortunadamente, no se cumplió. 

27.- Sin embargo, muchas de estas imágenes regresan de sus particulares exilios para vivir una inusualmente tranquila Semana Santa (e incluso cultos previos), con la única ausencia de aquellos pasos que por los deterioros de años anteriores o por motivos económicos no pudieron salir. 

En 1935 salieron todas las cofradías, ya que la bonanza climatológica ayudó. Fue la única Semana Santa de la II República en que salieron todas. 

La Semana Santa de 1936 parecía condenada al deslucimiento. Debido a la lluvia, muchas cofradías no salieron o se vieron afectadas. Santa Cruz fue la única que había decidido previamente no salir. El desolador mes de febrero, trajo —aparte del temido triunfo del Frente Popular— las inundaciones provocadas por los ríos Guadalquivir, Guadaira y Tagarete que se prolongaron hasta el mes de abril, ofreciendo una imagen muy deteriorada de la ciudad. Varios muertos, un gran número de heridos y problemas sanitarios para la población fueron como una premonición de lo que meses después sucedería. 

La Macarena preparada para ser escondida. Foto:  Qué aprendemos hoy
28.-Entre aquellas imágenes, hemos querido tratar de manera independiente la imagen de La Macarena, cuyas fotografías dentro de un cajón tal vez sean de las más famosas e interesantes a los cofrades y público en general. 

Efectivamente las fotografías de la Esperanza Macarena —también de la Amargura— han sido y siguen siendo el testimonio descarnado de las dificultades que vivieron las cofradías en aquellos años. Los sucesos protagonizados por la Virgen de la Esperanza están muy bien documentados, y son ampliamente conocidos por el público general, pero sólo son circunstancias similares a las vividas por un buen número de hermandades sevillanas. 
La Amargura preparada para ser escondida. Foto: CTV
29.- Algo que nos llama altamente la atención es la enorme cantidad de público que podemos ver tanto en la salida de la Estrella de 1932 como en las salidas de 1935 y 1936. ¿Cree usted que se trata de una curiosidad extraordinaria dados los acontecimientos, o de verdadera fe y devoción hacia las imágenes? 

La Semana Santa de Sevilla siempre se ha visto arropada por la fe y la devoción de los creyentes y ha despertado la curiosidad de los no creyentes, por tanto pienso que aquellas salidas procesionales no eran más que algo que se repite año a año. Sí es cierto que, en el caso de 1932, la salida de La Estrella, dada su excepcionalidad, aglutinó a una cantidad de público que en condiciones normales, se encontraba repartida en torno a varias cofradías. Por lo que respecta a 1934, tras dos años sin cofradías, el público se echó a la calle, movidos por esa mezcla de fe y curiosidad, y también para acompañar a las cofradías que optaron por salir ese año. La normalidad de esta Semana Santa, las medidas de seguridad dispuestas y también la actitud del pueblo sevillano fueron determinantes para que en 1935 la situación cofradiera se normalizara ya de manera definitiva y continua hasta la actualidad. 

30.- De aquellos años podemos recordar imágenes totalmente inéditas e irrepetibles como por ejemplo la Hermandad de La Macarena saliendo de la Anunciación. La generosidad entre hermandades se hizo, además de patente, necesaria. 

Aquellas visiones inéditas de nuestras cofradías fueron la consecuencia nefasta de una época. La generosidad entre hermandades, la improvisación a la hora de organizar salidas procesionales, la imaginación de los responsables cofradieros a la hora de buscar medios económicos, la valentía de quienes no renegaron de sus principios, cuando la situación invitaba a todo lo contrario o el riesgo a qué se sometieron no pocos cofrades a la hora de proteger templos o esconder imágenes en sus casas, son algunas de las señas de identidad de los cofrades que vivieron aquellos terribles años. 

La Macarena saliendo de la Anunciación. Foto: Entre Huelva y Sevilla

31.- Juan Pedro, en su opinión, ¿deberían aprender las cofradías de Sevilla algo de aquellos acontecimientos, o por el contrario fueron hechos exógenos a ellas mismas (aunque les afectase) ante lo que no cabe mayor reflexión cofrade? 

Por supuesto que se debe de aprender de aquellos sucesos. Es más, no sólo de aquellas contingencias. La historia de las hermandades, muchas veces es desconocida por una gran cantidad de cofrades, mientras que otros aspectos efímeros, puntuales, son los que se conocen de manera amplia y parecen ser los realmente sobresalientes: bandas de música, cuadrillas de costaleros, cambios de capataces, vestidores… 

32.- Seguramente algunos pasajes de su libro le conmoverían cuando los estuvo rescatando de hemerotecas, archivos o conversaciones con personas cercanas a ellos. ¿Qué ha sido lo que más le ha conmovido? 

Tienes razón. Hay testimonios realmente conmovedores, sobre todo en los que se vieron involucrados los niños. Recuerdo con especial emoción el relato de Adela Piazza, cuando me contaba como desde el balcón de su casa, junto a su hermana Amparo, vieron llegar a un “bulto”, sobre un carrillo, y que no era otra cosa que la Virgen del Valle. 

O la historia de Rosa Lara, que nació en vísperas de la Guerra Civil en la propia capilla de Montserrat, en circunstancias muy adversas. 

También el caso de Teresa Chico quién me contaba como la Virgen del Rosario de Monte-Sión, “durmió” en su casa, aunque la edad y la memoria no le permitían recordar en qué momento concreto de aquellos años. 

O como Manuel González, un joven cofrade de La Estrella, se llevó a la Virgen a su casa, viendo que nadie se ofrecía. En aquel inmueble vivían muchos vecinos; algunos de ellos temían que lo que se ocultaba en casa de la madre de Manuel fuera armamento o explosivos. Curiosa y milagrosamente, ninguno de los vecinos sufrió ningún percance en aquellos momentos iniciales de la Guerra Civil. 

33.- Aparte de en hemerotecas, se han consultado actas de las propias hermandades. ¿Ofrecen las hermandades facilidades para la investigación de sus archivos o por el contrario son “tesoros” de uso propio? 

Hay de todo. En la mayoría de hermandades la predisposición fue magnífica. La colaboración de archiveros ha sido fundamental y muchos de ellos ya son amigos personales. 

Hay hermandades que no cuentan con documentación propia de la época debido a su pérdida en los sucesos relatados en el libro, o en riadas posteriores. Otras hermandades tienen archivos fabulosos, muy bien organizados y con gran cantidad de documentación: San Isidoro, El Museo, La Trinidad, San Bernardo… etc. 

En algunos casos —muy pocos— percibí recelo en los responsables de las hermandades a la hora de ofrecer la información solicitada, pero al ir desvelando los contenidos del libro y la orientación de los mismos, esos temores se tornaron a colaboración desinteresada y digna de agradecer. 

Las peticiones de autorizaciones para publicar fotografías de los archivos de hermandades fueron atendidas también de manera favorable. 
Portada del Diario ABC. 1935
34.- ¿Tiene constancia de si “Las Cofradías de Sevilla en la II República” ha podido servir a alguna hermandad para conocer mejor su propia historia? 

Pues sí, hay bastantes ejemplos, sobre todo en casos en los que no se cuenta con archivos o documentación de la época debido sobre todo a las pérdidas sufridas, o en los casos en los que los testimonios orales han revelado avatares olvidados en muchas hermandades. También aspectos generales recogidos en el libro, han sido bien acogidos por muchos cofrades, que desconocían cuestiones puntuales. 

Otro aspecto destacable es que algunas de las fotografías publicadas en el libro no eran conocidas por sus hermandades, y gentilmente se las hemos cedido, con la autorización de sus legítimos propietarios. 

35.- ¿Está todo escrito en su libro sobre las Cofradías de Sevilla en la II República, o por el contrario su publicación le ha abierto puertas para seguir investigando? 

En absoluto está todo escrito. Esta obra abre muchas puertas y puede servir de base a otros trabajos. Desde su presentación dejé claro que uno de mis mayores anhelos sería que los contenidos de mi libro sirvieran a otros investigadores cofradieros. 

Afortunadamente he visto en libros y artículos publicados bajo la firma de autores de gran prestigio referencias a mi libro. Es algo que me enorgullece. 

En mi caso particular, he realizado ya otros trabajos relacionados con algunos aspectos del libro, y que han salido publicados con posterioridad en el Boletín de las Cofradías de Sevilla, y en publicaciones propias de sobre varias hermandades. También he sido invitado por varias hermandades a pronunciar conferencias sobre aspectos relacionados con estos años de la II República y su repercusión en las cofradías. 

Cristo del Calvario estrenando faldones en 1927

36.- ¿Cómo recibe la editorial su proyecto? 

Muy bien. Era un proyecto incierto. Hablamos de un autor desconocido en este tipo de publicaciones y la editorial comenzaba su andadura. Sólo 3 o 4 libros había publicado antes que el mío ABEC Editores, y la edición del mio era una apuesta fuerte. 

Sin leer ni un solo párrafo del manuscrito, me dieron un “SÍ” rotundo, y no tuve que mostrar lo que tenía entre manos hasta que presenté los textos terminados. La confianza que depositó en mi, D. Germán Álvarez-Beigbeder Gago, mi entrañable amigo Germán, fue una muestra de la generosidad y confianza de esta joven editorial con autores noveles como yo. 

Como anécdota no confesada hasta ahora, he de deciros que tenía todos los textos terminados, las fotografías elegidas e incluso designados los prologuistas, pero no teníamos decidido el título del libro. Fue a última hora cuando fijamos un título significativo y descriptivo de la obra. 

37.- El tema tratado es desde el origen llamativo, pero ¿pensaron en algún momento en la repercusión que está adquiriendo? 

La verdad es que no. Mi ilusión era ver publicado el libro, sin importarme para nada los asuntos comerciales o editoriales, pero lo cierto es que la primera edición se agotó al mes de salir publicada. La segunda también se vio agotada antes de la Semana Santa de 2011, viendo la luz la tercera en sus vísperas. 

Juan Pedro Recio nos presenta su libro, con nuestro blog al fondo.
Como punto final, me gustaría añadir que sin duda, la mayor satisfacción personal la viví al ver mi libro en la Biblioteca de Sevilla, a la mano de quien quiera consultar, leer o simplemente ojear mi trabajo. Ver esta obra mía entre tantas publicaciones de tantísimos e importantes autores es algo que me llena de orgullo y complacencia. 

Sólo me queda, por último, agradecer a los miembros del Blog Costaleros del Calvario la invitación a compartir con todos vosotros estas reflexiones, y la oportunidad que se me brinda para hablaros, simplemente, sobre “las cofradías de Sevilla en la II República”. Un abrazo a todos. Hasta siempre.

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