miércoles, 19 de febrero de 2014

De pocitos, caimanes y otras tradiciones.

Corrieron ríos de tinta durante parte del Siglo de Oro español entre aquél al que seguían los amantes del Culteranismo (o Gongorismo) y aquél otro al que seguían los que hacían lo propio con el Conceptismo. Y es que el enfrentamiento entre Luis de Góngora y Argote y su "amigo" Francisco de Quevedo generó verdaderas pasiones enfrentadas para, entre otras cosas y todo sea dicho, gozo y disfrute de muchos de nosotros.

Tras la lectura del artículo de ayer de Luis J. Miranda en su blog del diario ABC, "La Capilla de San Álvaro", no puedo sino acordarme de aquellas cruentas batallas literarias donde las metáforas exageradas y el hipérbaton se llevaron a un extremo literario tal vez no alcanzado de jamás. Y no viene precisamente a mi mente este episodio porque con estas líneas quiera yo emularlo (perdería la batalla, sin lugar a dudas, en el primer envite del fernannuñense), sino porque me serviré yo también de un medio escrito (igualmente un blog) para añadir algo más de tinta al asunto de Nuestra Señora de la Fuensanta.

Salida de Nuestra Señora de la Fuensanta. 2013. Fotografía Costaleros del Calvario

Mañana jueves se decidirá si la Virgen de la Fuensanta merece o no salir en procesión el día de su festividad. Bien hecho. Una imagen que no es capaz de excitar los corazones de sus fieles tal vez se merezca esto y algo más; aunque también es verdad que en Córdoba podemos ver Rosarios de la Aurora con pocos más devotos que los que van debajo de la propia imagen, o pregones donde el auditorio depende más del pregonero que de otra cosa....

Como la memoria de todo buen cofrade cordobés es muy frágil (de no ser así, querido lector, no se considere usted cordobés y mucho menos cofrade), he buscado entre las páginas amarillentas de la historia para ver desde cuándo esta moda de sacar a la imagen de la Fuensanta de su templo, y maravíllense de lo que he recordado (lo sabía pero lo había olvidado... por aquello de lo cofrade y lo cordobés).


Las ocasiones en las que Córdoba ha recurrido a la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta han sido múltiples, acordándome hoy de tan sólo algunas de ellas como la que ocurrió en 1823 cuando la imagen fue llevada a la Catedral para rogar a Dios por la liberación de Fernando VII, preso en Cádiz por los defensores de la constitución que el propio monarca firmó, quienes lo retuvieron en una tacita de plata sitiada por los cien mil hijo de San Luis comandados por el duque de Angulema. Por supuesto la liberación del nefasto monarca generó una segunda salida en procesión en tan sólo unos meses.

Curiosamente tan sólo unos años antes, durante la ocupación de España por las tropas francesas, éstas, durante el asalto a su santuario, lanzaron a la imagen desde su camarín provocándole diversos desperfectos. Dicen las crónicas contemporáneas al propio ataque, que éste pudo ser debido a que la imagen portaba una banda de general, ofrecida por sus devotos; aunque de no haber sido así, las tropas de José I hubieran encontrado otros motivos.

Alguinos años más tarde, en 1882, Córdoba miraba al cielo implorando algo de agua para sus sedientos campos. Las jaculatorias podían oírse por todos los barrios, decidiendo el pueblo de Córdoba llevar hasta la misma Catedral a la imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta en compañía de la de San Rafael y los restos de los Santos Mártires. El sábado 1 de abril fue portada sobre los hombros de los hermanos de la hermandad de los labradores hasta la parroquial de San Pedro, continuando el viaje el domingo 2 de abril y regresando al Santuario el Lunes Santo de ese mismo año. Curiosamente al llegar a San Pedro la imagen sería acompañada por los dos Cabildos, a diferencia de la imagen de San Rafael, acompañada por su hermandad y fieles.

Estampa de Nuestra Señora de la Fuensanta realizada en Roma en 1697

Tan sólo tres años más tarde, 1885, y en acción de gracias por la intercesión del Arcángel San Rafael durante el gravísimo terremoto de Arenas del Rey (hecho analizado por Costaleros del Calvario el pasado 26 de septiembre de 2012), la imagen del Custodio fue llevada a la Catedral acompañada, una vez más, por los Santos Mártires y la imagen de la Fuensanta. Las crónicas describen dichos traslados como multitudinarios, pues era el propio pueblo el que, sin necesidad de hermandad, acompañaba a las imágenes.

Medio siglo más tarde, en 1939, la fiesta anual en recuerdo de la aparición del Arcángel al padre Roelas se decidió trasladarla hasta la Catedral, acompañando a la imagen de Gómez Sandoval la urna con los santos restos y la imagen de la Virgen de la Fuensanta. Su traslado se realizó junto a su propia hermandad y la cruz y clero parroquial de Santiago.

En la procesión organizada el 7 de mayo se dispuso que el acompañamiento de la imagen de la Fuensanta fuera de hombres, si bien no se distinguía entre hermanos y el resto de devotos a la hora de ocupar los distintos puestos. En dicha procesión la imagen fue en medio del Excelentísimo Cabildo Catedral y bajo un baldaquino de plata cincelada propiedad del Tesoro de la Catedral.

El rezo ante la Santísima Virgen durante su estancia en la Catedral sería recompensado con indulgencias concedidas por las autoridades eclesiásticas.

Finalmente podemos recordar que la Virgen de la Fuensanta fue nombrada Patrona de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba en 1987 así como coronada canónicamente por el Nuncio de su Santidad, Mario Tagliaferri, el 2 de octubre de 1994.

Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Fuensanta. 1994
Sin embargo, para el cofrade cordobés, aquél que tiene poca memoria y aún menos integridad, la Virgen de la Fuensanta no es aquella devoción a la que sus padres y abuelos rezaron y se encomendaron, sino la que da nombre a una Velá, a un Santuario donde se venera a un caimán (entronizado como mascota del equipo local de fútbol) y que es sacada en procesión desde hace tan sólo 3 años.

Para el cofrade cordobés la Virgen de la Fuensanta no es aquella que hacía Estación cuando regresaba hasta su Santuario en el Convento de la Santa Cruz, sino la que no acompaña nadie cada vez que sale en procesión por lo temprano que "la sacan" en un día de fiesta. 

Para el cofrade cordobés la Virgen de la Fuensanta no es aquella imagen que ocupó el altar mayor, con San Rafael y la urna de los Santos Mártires a sus pies, cuando ésta visitaba la Catedral, como se ha descrito anteriormente, sino la que se convierte en una carga para las hermandades que deben organizar su cortejo cada año.

El cofrade cordobés parece haberse alejado del sentimiento devoto que llevó a sus abuelos a fundar hermandades y tallar imágenes, pues hoy en día cree que aquellas salidas son parte de un costumbrismo olvidado y no derivadas del poder de la fe y la oración. Lee en libros de historia cofrade sobre las indulgencias concedidas a nuestras imágenes, pero ya nunca reza un Credo delante de ellas; como si estas prerrogativas hubieran alcanzado su fecha de consumo preferente. El cofrade cordobés ya no cree que llevar a las imágenes hasta la puerta de los impedidos, asumiendo que una buena banda ancha es suficiente para acercarse desde la cama y su enfermedad a lo más íntimo del camarín.

Decía al principio que una imagen que no excite los corazones de sus devotos tal vez no merezca una procesión anual, aunque tratándose de Córdoba tal vez quien no se merezca esta salida sea el propio cofrade cordobés. Si tras pestes, sequías y terremotos éste último aún no ha abierto su corazón hacia la que lleva protegiéndolo durante siglos, tal vez no sea porque la imagen no lo merezca, sino porque éste se mantendrá impertérrito ante cualquier manifestación de amor divino aludiendo continuamente al mal entendido espíritu senequista.

Grabado de Nuestra Señora de la Fuensanta. S. XIX
Tal vez esta imagen sea la que no se merezca ser sacada por unos pocos cofrades de turno (en el más estricto sentido de la expresión), como tampoco se merece la Señora de Córdoba ser visitada por sus hijos, en un porcentaje que no me atrevería a imaginar para no sacarnos los colores, tan sólo el Viernes de Dolores.

Espero que los hermanos mayores se lo piensen y tras una larga deliberación voten que no a la procesión; tal vez así Córdoba, al perderla, llegue algún día a valorar la oportunidad que malogró y la devoción que con su indolencia olvidó.

Nota: La Virgen de la Fuensanta es patrona de Murcia, Villanueva del Arzobispo y de las Cuatro Villas (Villanueva del Arzobispo, Villacarrillo, Iznatoraf y Sorihuela del Guadalimar), Coín, Huelma y Alcaudete. La feria de Pizarra comienza con la bajada de Nuestra Señora de la Fuensanta desde su ermita. Da nombre a varias localidades en Albacete, Granada y Jaén (Fuensanta de Martos)... aunque todo esto ya prácticamente lo tenemos superado en Córdoba.

David S. Pinto Sáez

1 comentario:

  1. Magnífica entrada David, totalmente de acuerdo contigo. Ya conoces como trata esta ciudad sus tradiciones y lo difícil que resulta mntenerlas. En cualquier caso espero que la cordura se imponga entre los dirigentes de nuestras hermandades y hagan frente a las dificultades.
    Ya sabemos que en Córdoba las cosas no son fáciles. Con tesón y esfuerzo se han llevado a cabo empresas que parecían inalcanzables como la propia coronación de nuestra Patrona, haciendo frente a numerosas dificultades y opiniones adversas.
    Se logró coronarla en el acto más solemne que jamás se haya celebrado en Córdoba (como decía el Padre Rafael Cantueso)
    Al final nuestra ciudad respondió llenando todo el recorrrido hasta su santuario.
    No hay que desfallecer, a Córdoba hay que darle un empujoncito y al final las cosas se consiguen.
    Espero que como y dije la cordura se imponga, y si no, pues a seguir insistiendo.
    PPV

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