A punto de comenzar las fiestas en honor de Nuestra Señora del Socorro, recordamos hoy un episodio ocurrido en 1928, cuando la imagen estrenó unas nuevas andas, sufragadas, una vez más en Córdoba, por el pueblo.
Decidida la Hermandad de Nuestra Señora del Socorro a mostrar a su titular de la manera más digna posible durante los traslados verificados entre su ermita y la iglesia de San Pedro, donde se le celebraba novena a principios del siglo XX, acordó construir unas andas que sería estrenadas en 1928, para lo cual se organizó una "Suscripción abierta para costear una andas nuevas e introducir algunas mejoras en el paso de Nuestra Señora del Socorro".
Estreno de las andas de la Virgen del Socorro. Septiembre de 1928 |
De esta manera, y durante todo el verano, aquellos que estuvieron interesados, que no fueron pocos, pudieron entregar su colaboración en la farmacia de la plaza de la Almagra, propiedad de don Enrique Villegas, por entonces tesorero de la hermandad. Las mayores aportaciones vinieron de la Diputación Provincial (250 pesetas), Banco Español de Crédito (100 pesetas) y el Banco Central (100 pesetas), si bien otras aportaciones destacables fueron las de Pedro López e Hijos (50 pesetas), el Círculo de la Amistad (50 pesetas) o el Círculo Mercantil (50 pesetas). Un vecino del barrio llamado Antonio Varo aportó otras 25 pesetas, cantidad superior incluso a la aportada por otras instituciones como el Círculo de Labradores (15 pesetas).
Algunas colaboraciones no sobrepasaron las 0,10 pesetas, sin duda de los vecinos y devotos más humildes, si bien la cantidad recaudada, cerca de 2.000 pesetas, fueron más que suficientes para la finalización a tiempo del proyecto.
Las nuevas andas quedaron expuestas al público en la propia ermita durante los primeros días de septiembre de 1928, estando talladas en madera por el carpintero Francisco Osuna y doradas por el pintor Rafael Díaz.
El 13 de septiembre de dicho año, al toque de oraciones, se procedió al traslado de la venerada imagen, sobre sus nuevas andas iluminadas con luz eléctrica, a la parroquial de San Pedro, donde se le organizaría una solemne novena. En su traslado, la Virgen del Socorro lució un manto blanco de tisú de plata, siendo precedida en todo momento por la imagen de San Rafael que se venera en la propia ermita. De preste ejerció el canónigo Francisco Muñoz Romero y de diáconos los coadjutores de las parroquias de San Francisco y San Pedro.
Una vez en San Pedro se celebró la solemne novena hasta el día 23 de septiembre, a la que siguió una fiesta en honor el domingo 23 de septiembre a las diez de la mañana. Ya por la tarde, y al toque de oraciones, la imagen sería trasladada de regreso a su ermita sobre sus nuevas andas.
Para dicho traslado de regreso y a diferencia del itinerario de ida (Plaza de la Almagra, Poyo y San Pedro), se recorrería la siguiente carrera: Don Rodrigo, Emilio Castelar, Lucano, San Fernando, Librería, Rodríguez Marín, Plaza Mayor (ocupada entonces aún por el mercado central) y Almagra. Como en la procesión de ida la imagen estuvo acompañada por la de San Rafael así como por la banda de tambores, cornetas y músicas de las cercanas Escuelas del Ave María.
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