viernes, 7 de noviembre de 2014

De pasos, Villa Cachonda y las últimas casas viejas de la Calahorra

Anunciaba ayer la prensa local que ya había caído la última "casa vieja" junto a la Calahorra. Y no puedo sino dejar de leerlo con parte de aquella nostalgia que se siente por las cosas que, aún sin haberlas vivido, se sienten como propias por haber sido parte de las personas que nos precedieron.

Paso del Descendimiento de Corrales León, en 1957

Corría el año 1948 cuando la Hermandad del Descendimiento decide acometer un nuevo proyecto. El misterio diseñado por Amadeo Ruiz Olmos exigía de un paso mayor, lo que obligaba a sustituir el anterior, muy vistoso pero físicamente insuficiente. Para ello José Redondo, vocal de la hermandad, comenzó con los primeros trabajos de carpintería, contrantando la talla a Antonio Corrales León, artista sevillano afincado en nuestra ciudad. Se da la circunstancia de que el taller de Corrales se encontraba precisamente en la parte trasera de la ermita de las Ánimas, auxiliar de la parroquia de San José y Espíritu Santo y muy cercana de la Torre de la Calahorra.

Zona bastante deprimida e históricamente castigada por los caprichos del Guadalquivir que vió cómo en aquellos años sus vecinos construían sus casas sin la menor supervisión u organización urbanística por parte del Ayuntamiento, lo que le valió en nuestra ciudad el apelativo de Villa Cachonda. Las condiciones, como podemos imaginar, no debían ser las más idóneas para el día a día, asentándose el taller en un "corralón de vacas", tal y como lo describen algunos cofrades que tuvieron la ocasión de haberlo visitado.

Paso del Sepulcro entrando en las Tendillas en 1949
Y fue precisamente de allí, Villa Cachonda, de donde salió el nuevo paso de misterio del Descendimiento; aunque no fue el único. Curiosamente coincidió en el taller con la nueva mesa que, en aquel mismo año de 1948, realizaba la Hermandad del Santo Sepulcro para su paso de caoba y plata del siglo XIX. Para conocer las dimensiones de la nueva mesa para el Sepulcro, se hicieron medidas de la puerta de la parroquia de El Salvador y Santo Domingo de Silos por parte de Antonio Sáez Pozuelo, capataz y encargado del montaje y desmontaje de los cultos, durante los cuales la cuadrilla de faeneros encargados de estas labores eran invitados a cenar "pescaíto frito" que el propio hermano mayor compraba en una freiduría situada por entonces en la calle Duque de Hornachuelos... aunque eso ya es motivo de otra entrada.


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