Hace prácticamente un siglo que "Neurons" escribió un gracioso, y no por ello falto de razón, artículo titulado "El medio y la caña", a través del cual comprenderemos no sólo la importancia del líquido elemento andaluz, sino también algo más a cerca de estas medidas tan vitivinícolas.
"¿Quién no conoce estas dos palabritas simbólicas de nuestro extenso y báquico vocabulario andaluz?
He aquí dos expresivos vocablos, el uno cordobés, sevillano el otro, con los que nos valemos para pedir el oloroso jugo de las vides.
El gusto al inmejorable vino que por aquí se cría ha hecho famoso el medio en córdoba y la caña en Sevilla, y esta popularidad va creciendo a medida que aumentan los aficionados al mosto. La caña, uno de los diversos vasos en donde beber los líquidos de las viñas jerezanas; el medio, originario quizá de la antigua medida de medio cuartillo, son los dos recipientes que pide la sed del bebedor; aquella, la mitad del vidrio vacía; éste, hasta los bordes, derramándose si se puede.
Es el vino el productor de la más variada hipocresía: tómase antes de comer, porque sirva como estimulante al estómago; después, porque ayuda a realizar la digestión; cuando se tiene ser, porque refresca; si hace mucho frío, porque calienta; si está lloviendo, porque contrarresta la humedad exterior; si hace calor, porque ayuda a resistirlo; si no se tiene ganas de laborar, porque alienta al trabajo; siempre hay aquí ocasión para llegar a la espita de madera, torcerla y recoger en el cristalino medio el chorro de oro que exhala suave aroma.
Solamente el empedernido bebedor es claro y sincero: para él, siempre sienta bien el vino, y siempre se halla él dispuesto a aceptar uno o varios medios, una o varias cañas de vino.
Observad una serie de viñetas en que aparece el hombre de distintas actitudes: ya alegre y discreto en el banquete donde se reúnen los esplendores de la riqueza y la cultura; ya brutal y encanallado en la sucia tasca. Cuando el vino apareció en la vasija, después de haberlo obtenido estrujando el racimo de uvas, comenzó una nueva era en la vida del hombre, no menos merecedor de ser apuntada en la historia de la humanidad que aquella otra representada por el descubrimiento de la pólvora. Acumuló esta en negra masa el odio. Fermentó e el cristal el vino por obra y gracia de la alegría.
El cañón se inventó para dividir por el odio a los hombres; el tonel, para congregarlos y unirlos.
Al paso que el vino alegre, cortés e ingenioso se evapora en canciones, en rasgueos de guitarra, en dichos graciosos. en donosas burletas y alguna que otra vez en bárbara riña, el cañón con su acción estruendosa, causa la disgregación y es el elemento más cruel que discurrieron los hombres para luchar los unos con los otros.
Rindamos, por tanto, enfrenada pasión al medio, flor de cristal en el que se vierte y en donde apuramos el zumo de uva, lleno de inocencia y rebosante de gracia infantil."
Ni que decir tiene que, por la época en la que se escribía este artículo, algunos trabajos se pagaban (en parte) en vino; como el que hacían los faeneros.
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