jueves, 7 de abril de 2016

De caballos regalados y otras carreras oficiales

Las pasiones se encienden alrededor del cortejo. Por primera vez (o tal vez en mucho tiempo) los titulares de su hermandad hacen Estación en la Santa Iglesia Catedral, y tras contemplar el discurrir de los pasos por la judería desde la primera fila regalada por las horas de espera, suspira profundamente compartiendo su sincera reflexión:

- ¿No estará esto más bonito ésto que verle el culo al caballo? Hombre, por Dios.

Episodio repetido en varias ocasiones esta Semana Santa, y que curiosamente siempre acompañado por un segundo:

- Desde luego. Además ¿cómo vamos a comparar una carrera oficial dándole vueltas al caballo con lo bonito que queda por estos callejones? Que son patrimonio de la Humanidad.

Si don Mateo Inurria levantara la cabeza...


Tal vez una Carrera Oficial comercial no tenga sentido en la actualidad, alejados como estamos de aquellos últimos años del siglo XIX o primeros del XX en los que, para favorecer el comercio y el turismo, se prohibía (desde el Jueves Santo y hasta el toque de Gloria) el uso de vehículos por el centro de nuestra ciudad salvo para médicos o el transporte de viajeros desde/hasta la estación de ferrocarriles. 

Hace pocos días alguien nos recordaba que tal vez quien venga a Córdoba en Semana Santa lo haga precisamente porque es Semana Santa y puede disfrutar de algunos días de vacaciones, y no por nuestras procesiones; como ocurre en otras ciudades, aun innombrables. De ser así tampoco tendría que preocuparnos que los cortejos pasen cerca de los comercios. Es más, tal vez sería comercialmente más ventajoso que los escaparates quedaran expeditos de filas de cordobeses a pie quieto, con niños revoloteando armados con bolas de cera, restando visibilidad a la mercancía expuesta entre pasos en miniatura y carteles anunciando la hermandad de algún barrio.

Y de repente uno cae en la cuenta de que lo que estamos buscando es un recipiente donde mostrar a nuestros titulares. Como si el cortejo de penitentes no fuera el mejor de los expositores. Expresiones como "una Carrera Oficial en el entorno de la Catedral" o "una Carrera Oficial por la Judería" arrebatan el sentido espiritual de nuestra Semana Santa, dejándola inerme de alma y reduciéndola a una "mera" expresión cultural, centenaria, musical, colorida y turística.

-¿Dónde habría procesiones en un lugar tan bonito como éste? En ningún lugar. Ya quisieran algunos, ya.

Pues seguramente no, señora, pero el objetivo no es hacer procesiones bonitas, sino Estación de Penitencia. Y para ello la Carrera Oficial, es decir, el lugar de obligado cumplimiento, no debe ser la Judería ni "el entorno", sino el número 1 de la collación de Santa María, la Santa Iglesia Catedral. A partir de ahí, y como de alguna manera hay que llegar, configuremos unos itinerarios de llegada y de salida, unos palcos y unas sillas, pero que miren siempre hacia el Perdón, las Palmas y Santa Catalina, y no hacia las paredes blanqueadas, la estrechez que dibujan los balcones y las rejas con geranios y gitanillas.

Hasta entonces dejemos de restar mérito a un caballo que fue orgullo de Córdoba (aunque tal vez no de los cordobeses). Monumento laureado en toda España pero que entre unos y otros impidieron su inauguración durante años. Obra de arte merecedora de premios de arquitectura en exposiciones nacionales, de reconocido valor antes incluso de su inauguración, y que tuvo que mudarse al poco de inaugurarse en la avenida-bulevar que aún hoy conserva su nombre.

El cordobés le da, una vez más, la espalda al Gran Capitán, aunque tan sólo hay una cosa que se le pueda reprochar. Y es que su caballo no apunte con su pata derecha hacia la Carrera Oficial en la Santa Iglesia Catedral. (Claro, si al menos fuera con el izquierdo...)




1 comentario:

  1. Quinario extraordinario de la misericordia en San Lorenzo

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