Aquella tarde amenazaba lluvia. Un ejército de costaleros esperaba en el patio de colegio Jesús Nazareno para, costal en mano, ser igualados bajo las trabajaderas de Dios. Algunas lágrimas caídas desde el Cielo, oscurecieron a parches el suelo, aunque pronto sucumbieron frente a los primeros rayos de sol.
Justo a la hora anunciada para la salida de la hermandad nazarena, el cielo comenzó a abrirse y con media hora de retraso, Jesús Nazareno inauguró un Jueves Santo que sirivó para quitarnos la espina del Miércoles más lluvioso de los últimos años. Y con su andar suave y mecido, creó el silencio a su paso...
Gran día, grandes ensayos, grandes Jueves Santo, enorme 2010.
ResponderEliminarOrgullo de costalero servir al Señor de los Señores
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