Manjares como caídos del cielo
La muestra de dulcería conventual atrae a miles de personas al Palacio Episcopal en pos de su receta artesanal
Los villancicos llaman al visitante a entrar en el Palacio Episcopal. Unos italianos se afanan por preguntar qué es esa caja dorada con bolitas glaseadas. Uno de los vendedores voluntarios le explica al matrimonio extranjero que «uovo di zucchero», (yemas de Santa Clara) por lo que se fueron convencidos de llevar una «delicatassen» entre sus manos del convento de Santa Ana.
La sede del Obispado celebró ayer la antepenúltima jornada de la IV edición de la muestra de Dulces Conventuales que permanecerá abierta desde las 10.00 a las 20.00 horas hasta mañana para recaudar fondos que se destinarán a la hermandad del Calvario, encargada de la organización, y a Manos Unidas. Ayer, el ambiente, pese a la lluvia, era bueno, y los compradores eran sobre todo de Despeñaperros para arriba.
En los mostradores se exhibían suculentos turrones, membrillos y mermeladas del convento de la Santísima Trinidad de Baza . Mientras las botellas de mistela —palabra que procede del latín «mixtella», que significa mezclilla—, un licor granadino, ya estaba agotada. Se fabrica en la orden religiosa a base de anís, miel y almendras y se consumen como aperitivo o acompañamiento al degustar dulces. En su defecto, las botellas de Pedro Ximénez hacían las las delicias de los extranjeros más atraídos por el vino de Bodegas El Pino que por las perrunas.
El hermano mayor del Calvario, Rafael Guerra, hizo un recorrido para ABC por las especialidades más demandadas por los visitantes de la muestra. En primer lugar, las yemas de Santa Clara, del convento de Montilla, hacían las delicias de todos. Le seguían los tradicionales nevados de almendra, las perrunillas o los mantecados de ajonjolí. Las flores fritas que trajo otro convento cordobés volaron en pocas horas, al igual que la mermelada de tomate de Baza.
Las hojaldrinas o las magdalena de los conventos de Santa Cruz y las pastitas Santa Clara de la Columna de Belalcázar saltaban a la cesta de otros muchos visitantes.
Entre los casos más curiosos, pastas que se denominan «bollos de santo», como las que elaboran la Casa de la Trinidad de Martos, bajo el señuelo de «dulces caseros elaborados con amor por monjas trinitarias». Están hechos de manteca de cerdo, vino, azúcar, orujo, harina y canela, sin conservantes ni colorantes.
Para sobrevivir
Son conventos que, según Guerra, «lo están pasando mal y necesitan vender estos productos para sobrevivir, arreglar sus tejados y sus templos, donde en muchos casos sólo hay unas cuantas hermanas». También hay otras órdenes preocupadas por los diabéticos.
Del obrador de las Madres Capuchinas salen a su vez unos turrones deliciosos a base de almendras enteras y azúcar. Los hay de praliné, avellanas o chocolate. Le siguen las bizcochadas, hojaldrinas o las tradicionales sultanas de coco presentes en casi todos los conventos, sin olvidar los piñonates o erizos.
Fuente: http://www.abc.es/cordoba/index.asp
No hay comentarios:
Publicar un comentario