sábado, 14 de septiembre de 2013

Los Dolores. Una iglesia y una imagen

En alguna ocasión hemos hablado de José María Rey Díaz, cofrade y cronista de la ciudad, como fuente a través de la cual acercarnos a nuestra Semana Santa. Hoy nos acercaremos, gracias a uno de sus textos publicados en 1924, a la iglesia del hospital de San Jacinto, donde reside la Virgen de los Dolores.




"Las devociones de cada pueblo se encauzan siempre hacia una determinada advocación de Jesús o de María, o hacia algún Santo parecido en el lugar, o relacionado con su historia. Por eso cada pueblo tiene su Patrono y hace de su fiesta una fecha religiosa generalmente acompañada de ferias y regocijos públicos.
El fervor y la reverencia, el amor y la adoración, es en cada villa, en cada ciudad, para su Santo tutelar, para su Patrono en primer término, y por ello las demás devociones y cultos son cosa secundaria.
Córdoba venera por Patronos al Arcángel que ha jurado defenderla, a la Virgen aparecida en la Fuensanta, a las osamentas de los santos martirizados por defender la fe, que se contemplan tras los viriles de la urna de plata entronizada en la parroquia de San Pedro. Pero Córdoba, la excelsa, la católica, pone de hecho más fervor -es fuerza confesarlo- tiene más arraigada devoción, rinde culto con más frecuencia y más derroche de amor, a la Virgen llorosa que mora en la estrecha iglesia de la plazuela solitaria.

No es ahora, en el Viernes de Pasión; no es después, cuando se rememora la Semana cruenta de Jerusalén; no es tampoco en la época en que se celebran los dolores gloriosos de María; es entonces, es ahora y es siempre, en todos los instantes de cada día, en todos los días de cada año, y en todos los años que pasaron entre el de 1718 y este que viviendo vamos, cuando el pueblo cordobés acude, incitado por una fuerza misteriosa, a prestar acatamiento, y reverencia, y servicio ante una imagen de la Virgen que, sin ser patrona oficial de esta cristiana tierra, reina en ella, pareciendo que ha bajado del cielo expresamente a llorar ante nosotros para presentársenos como ejemplo del mayor dolor y de la mayor abnegación, para recordarnos su angustia y su amargura en el supremo trance del divino sacrificio del Calvario.
Toda Córdoba - sin hiérbole- toda Córdoba acude a "los Dolores". Parece que en aquella pequeña iglesia se sensibilizan más que en ninguna otra las ideas espirituales. ¿Será acaso que el silencio augusto de la capilla, de la calle y del barri, convidan a gemir y a balbucear oraciones en un quiero remanso de paz?...
La luz es azulada, el ambiente, de una suave melancolía. No hay allí ni obras prodigiosas de arte, ni esplendorosas ceremonias litúrgicas, ni música orquestal, ni alumbrados brillantes y profusos. Toda la solemnidad que en aquella iglesia se respira es la solemnidad del silencio. Las horas son mudas, como las de los recintos sepulcrales, porque la Virgen está continuamente en el angustioso momento de soledad en que quedará la tarde en que murió Cristo.

En la iglesia de "los Dolores" vive el dolor; dolor que se repista junto al Crucificado que reina solitario en la plazuela entrelarga; dolor que se apercibe ante la puerta casi siempre cerrada de aquel hondo salón que da al portal, aposento de achaques, de sufrimientos y de miserias; dolor que se bebe en la mirada lacrimosa de la Virgen que parece escucharnos, propicia a nuestros ruegos, que parece reanimar esperanzas en el espíritu de los que sufrimos.
A las iglesias de sus Santos patronos van los cordobeses a venerarlos en sus imágenes, a orar, a rendirles culto en una palabra. A "los Dolores" acude este noble pueblo a pedir, a llorar a solas, a reconciliar su alma pecadora con Dios, por medio de la abobada y mediadora.
Allí está la Virgen, pero está la Madre, esperando de continuo a sus hijos, que acuden a contarle de rodillas sus penas y quebrantos, recibiendo amorosa a los desesperados que llevan hasta el pie mismo de su trono y altar súplicas y lamentos.
¡Iglesia de los Dolores! ¡Tienes en tu ambiente, en tu paz, en tu luz, en tu altar y en tu imagen un solemne rictus, de dolor y de llanto! Con razón los cordobeses amigos de lo sintético; de lo breve; de lo compendioso, te llaman gráficamente "Los Dolores".
José María Rey"

Hoy, 14 de septiembre, no podremos disfrutar de la Señora de Córdoba por las calles de la ciudad que tanto la venera, por lo que sirva el recuerdo de este artículo para acercarnos a Capuchinos y venerar a la Señora de Córdoba.

Por cierto, ¡que vivan los novios!

5 comentarios:

  1. Gracias compañeros y Hermanos del Calvario,que razon lleva ese articulo,Gracias.Ayi os esperamos,sera vuestra casa...

    La Cuadrilla de la Señora de Córdoba.
    Vuestra casa también se encuentra en Capuchinos Hermanos.

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  2. Desde Costaleros del Calvario agradecemos a la Cuadrilla de la Señora de Córdoba su hospitalidad e invitación, sintiéndonos en San Jacinto como en nuestra propia casa.
    No estaría mal que pudiéramos organizar algún día un encuentro entre ambas cuadrillas para rezar a nuestros titulares.
    Un abrazo.

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  3. Estupendamente presentado este texto de tan insigne cronista. Gracias por vuestra delicadeza al constatar lo que toda Córdoba aún no puede creer: su ausencia en las calles de su reino. Me uno a este pesar y me adhiero al irónico comentario sobre una de las famosas excusas para no dejar que Ella fuese admirada por su pueblo. Un abrazo, hermanos.

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