martes, 29 de julio de 2014

Religiosidad popular: Las procesiones II

La procesión debe ser objeto de una catequesis pastoral previa, que explique su finalidad y su significado (cf. Ritual Romano, Ibid.). A esto hay que sumar la importancia y la responsabilidad que tenemos los cofrades en esforzarnos a la hora de plasmar en nuestros pasos de misterio las escenas de la Pasión lo más ajustadamente posible tanto a las Sagradas Escrituras como al contexto histórico y social del momento que se representa, para de esa manera llevar a cabo una de los fines de las Cofradías. Mostrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo de la manera más fidedigna.

No será la primera ocasión en la que se han incluido imágenes secundarias a algunos pasos de misterio teniendo en cuenta tan sólo la estética del conjunto, sin tener ninguna razón ni bíblica, ni histórica, ni social, induciendo estos al error del espectador.

1. NOCIONES GENERALES.
Definición y observaciones generales.


Según el Código de Derecho Canónico: "Con el nombre de procesiones sagradas se designan súplicas solemnes hechas por el pueblo fiel, guiado por el clero, yendo ordenadamente de un lugar sagrado a otro, para mover la piedad de los fieles, recordar los beneficios de Dios y darle gracias por ellos, e implorar el auxilio divino".

Distinguimos por tanto, los siguientes aspectos, muy importantes de considerar:

• La procesión es un caminar en orden («eundo ordinatim»), y por lo tanto, supone el desplazamiento real de todos los que participan de la procesión de manera armoniosa.
— Por tanto, no constituye un tumulto de personas que caminan de un lugar a otro, sino que es una expresión verdadera y representativa de un pueblo.

• Es un caminar del cual forma parte toda la Iglesia, pueblo fiel y clero. Es una "asamblea litúrgica" en movimiento, presidida y guiada por el clero. Por tanto, se debe hacer hincapié en el hecho de que si en la procesión no hay clero, o bien, no está siendo presidida por el clero (estando éste presente), no se considera procesión. (Al respecto, se manifiesta el documento del 20 de agosto de 1870 de la Sagrada Congregación de Ritos, hoy, Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos).

• La procesión tiene su punto de partida y de llegada en dos "lugares sagrados", que si en principio deben ser distintos, no necesariamente tienen por qué serlo. Son lugares sagrados todo tipo de Iglesias, Catedrales, Basílicas, Santuarios, Templos o Iglesias conventuales. También pueden considerarse como lugares sagrados las capillas y los oratorios de todo tipo, público o privado.
— Entiéndase que será un lugar sagrado el lugar en el cual se realizará una acción litúrgica (cumpliéndose todos los requerimientos detallados en el Misal y en los rituales correspondientes). Además, se debe recordar que existen solo tres actos que son propiamente litúrgicos: Los Sacramentos; el Oficio Divino (presidido por el clero) y la Santa Misa. Cualquier otro acto, aunque sea de piedad, quedará enmarcado en torno a los oficios Extralitúrgicos y Para-litúrgicos.
— Por lo anteriormente expuesto, la procesión, en si no es de carácter litúrgico, sino que “para-litúrgico”. Sin embargo, cuando la procesión está unida, ya sea al principio, al final, o en ambas, de alguna acción litúrgica propia, puede considerarse como litúrgica.
— De la misma manera, no es necesario que la procesión se dirija de un lugar a otro, sino que se mueva entre dos lugares en los que se haya llevado a cabo alguna acción litúrgica. Un ejemplo de ello lo encontramos en la Procesión de Ramos, en la cual, el lugar donde se bendicen los ramos y el templo en el que se participará de la Santa Misa de Domingo de Ramos («Dominica in Palmis») corresponden a “lugares sagrados” (según lo explicado en párrafos precedentes), de manera que esta procesión adquiere carácter litúrgico.

• Es una “Súplica Solemne”, es decir, un tiempo fuerte en la vida litúrgica que tiene importancia excepcional. Es por ello que deber ir presidida de una breve pero importante catequesis, así como de cantos previstos por las rúbricas, para acompañar el recorrido de la misma.

El Ritual Romano nos dice que "las procesiones se remontan a la más antigua institución de los santos padres". Por lo menos se observa su aparición ya a fines del siglo IV, una vez que la paz de Constantino permitió las manifestaciones exteriores del culto cristiano. Hasta tal punto responden a las profundas necesidades de la psicología religiosa que a veces la Iglesia las estableció para reemplazar las procesiones del paganismo. Por eso la pastoral, lejos de desconocer estas necesidades, debe darles satisfacción, tratando la procesión con la grandeza y solemnidad necesarias.


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