lunes, 22 de marzo de 2010

Lo dijo Antonio Javier Guillaume Sepúlveda, pregonero de la Semana Santa de 2010


...Jesús sigue caminando con la cruz, y el tacto sobre el pedregal se
convierte en andanza de oraciones. Hace casi tres siglos el horizonte
oriental de Córdoba se dibujaba desde el calvario del Marrubial,
hasta donde cada viernes del año discurría un Vía Crucis de fervorosa
comitiva que alejase las epidemias y trajese las buenas cosechas.
Aquel racimo de plegarias penitenciales se revive hoy cada Miércoles
Santo acompañando a Jesús del Calvario, perfilando en su estampa
clásica de nazarenos cárdenos y de palio de cajón el peregrinaje
eterno del hombre anhelando “un Cielo nuevo y una Tierra nueva”,
implorando desasirse para siempre del Mayor Dolor de la Historia.
Así se intuye en la plegaria del nazareno bajo el cubrerrostro:

Señor, pequé, ten piedad,
ten, en tu cruz y en mi rezo,
misericordia de mí,
al salir de San Lorenzo.
En tu andar de Vía Sacra,
en tu sagrado sendero,
haz que en esta anochecida
de morado y nazareno,
sólo broten de mis labios
oraciones y silencios,
y en tus catorce estaciones,
mis catorce padrenuestros.
Que a tu sufrir y a mis pasos
acompañe el Padre eterno,
y te haga Dios de esta Tierra,
Señor que estás en el Cielo
Que sólo por bendecirte
se prenda al aire el incienso,
y santifique tu Nombre
tanto amor y tanto esmero
de tu canasto dorado,
sol de oro y luz de fuego.
Que desde tus pies desnudos
venga a nosotros tu Reino,
que deshoja de riquezas
y enriquece los adentros.
Que aunque rechacen mis manos
llevarte al Calvario preso,
se cumpla Tu voluntad
en la Tierra y en el Cielo,
que es lo mismo que decir
en mi gloria y en tu sueño.
Que no falte cada día
tu Cuerpo como alimento,
por eso, danos tu pan,
Señor de los panaderos.
Que tus ojos no se fijen
en recontar mis tropiezos,
sino perdonen mis faltas,
y tu perdón me haga luego
poder mirar al hermano
sin rencor y con afecto.
No dejes, Señor, que caigan
mis obras ni pensamientos
en la oscura tentación,
que entonces no te merezco.
Líbrame de todo mal,
arropa, Señor, mi cuerpo,
y mi alma y todo mi ser,
y haz mi camino sereno,
hazme dichoso a tu lado,
haz que se pierdan mis miedos,
haz de tu dulce mirar
mi refugio y mi consuelo,
que un sencillo nazareno,
con su cirio y su rosario,
Señor, Jesús del Calvario,
te reza su Padrenuestro...

Fuente: Pregón editado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba


2 comentarios:

  1. Me perdonan ustedes, pero yo ante esto... guardo silencio y rezo.

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  2. Así debe ser la Fe de un hermano del Calvario

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