Hoy celebramos la Natividad de María Santísima. 
Nuestros ojos se alegran cuando en las cimas de los                 montes ven el oro de la luz primera, precursora de la claridad                 del sol. Así se alegra la Iglesia en este día de                 la Natividad de la Santísima Virgen. «Tu nacimiento,                 ¡oh Virgen gloriosa!, anuncia para el mundo entero la más                 pura de las alegrías.»  
Natividad de la Virgen María: Corrado Giaquinto
¿Quién                 es ésta que avanza con la gracia de la aurora, hermosa como                 la luna, escogida como el sol, envuelta en los aromas de todas                 las virtudes? Bella imagen, que en esta hija de David tiene la                 más alta realidad, que nos sugiere el encanto de sus misteriosos                 destinos y nos resume la gloria de su formidable grandeza. Ella                 será sobre el horizonte del mundo como el alba del día                 de la verdad, como el despuntar de la luz de la fe; ella anuncia                 el sol de la gracia, preconiza la alegría de la salvación                 y asegura la realización de nuestras esperanzas. Su aparición                 es un gozoso despertar para el mundo entumecido. Huyen las sombras,                 se disipan los miedos, un dulce fulgor inunda todas las cosas;                 se entreabren las flores, ávidas de claridad, se llenan                 de esencias los campos y los aires de armonías; resucita                 la naturaleza, danzan las aguas, fulguran las hojas de los árboles,                 y agitado por un anhelo de vida universal, se prepara a recibir                 al astro del día. Esto es la aurora, esto es el nacimiento                 de María; es la alborada del Señor, Termina la noche                 de la incertidumbre, que hacía llorar a Jeremías;                 asoma el amanecer en que desciende el rocío del Cielo, y                 a la voz del vidente, que pregunta al centinela sobre los terrores                 nocturnos, contesta el grito alborozado: «Las sombras huyen,                 la estrella matutina fulgura en medio de la niebla, y una gran                 luz aparece para los que se sentaban en la oscuridad de la muerte.» 
Natividad de la Santísima Virgen. Murillo


 
 
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