Comienza el Vía Crucis (y el via crucis)

Un Vía Crucis es para cualquier cofrade un acto penitencial aunque revestido siempre de cierta gloria adelantada y gozo: cosas que ocurren en esta tierra. Sin embargo la cosa cambia para quienes no conocen la verdadera Fe, e incluso para los que la conocen pero no son cofrades, que de todo hay, utilizando este término, vía crucis, como sinónimo de pesadumbre, aflicción, amargura (en minúscula, claro, que hablamos de los no cofrades), preocupación o descontento.

Nuestra Señora de los Dolores. Domingo de Resurrección de 2012

Y visto lo visto este asunto comienza a parecerse más a un vía crucis que al Vía Crucis esperado.

Ayer conocíamos la negativa de la Hermandad de los Dolores para participar en el acto de septiembre arguyendo varios motivos entre los que se encuentran los propios y los ajenos. Entre los propios se encuentra la celebración de los cultos en honor de la Santísima Virgen, con fiesta tan sólo un día después, o la celebración de una boda en la iglesia del hospital de San Jacinto el mismo día 14, la cual se celebraría con la ausencia de la verdadera protagonista.

¡Curioso! Una hermandad que se preocupa no sólo por la imagen sino incluso por lo que ésta representa para sus devotos y fieles, sean hermanos o no. Me imagino el disgusto de la pobre novia, después de tenerlo todo reservado desde hace meses, tal vez algún que otro año, llegar del brazo de su padre al altar y encontrárselo vacío. Por no hablar de una hermandad con muchos cientos de hermanos que irían a San Jacinto reclamando su sitio en el cortejo. 20 cofrades por hermandad. ¿Qué haría con el resto? Tal vez podrían acompañar a la Virgen en su camino de regreso a la plaza de Capuchinos, como ocurría a finales del siglo XIX, una vez finalizada la procesión oficial del Santo Entierro, aunque como en el caso de la boda, la hermandad parece querer defender a los devotos de la Señora.

Pero también nos encontramos con motivos externos, pues la invitación, esa que no existe aún, parece que se hizo por teléfono, si es que realmente se hizo. Y por teléfono es muy difícil de explicar algunas cosas. ¿Qué seguridad se tiene de poder recibir ingresos? Si finalmente el recorrido oficial es desde la Puerta del Puente, ¿caben 8.000 sillas en la calle Torrijos? ¿Qué ocurriría si llueve? ¿Se deja para otro día? ¿El gasto de bandas, cera, flores, se puede desgravar al menos? Seguramente quien haya llamado se habrá identificado, pero ¿quién convoca oficialmente a las hermandades al acto? ¿Quedará algún registro en el archivo de la hermandad para las generaciones venidera sobre esta invitación? ¿No debería haber una entrada en el registro de cada hermandad invitada?

Todo esto es accesorio, realmente, siendo lo único importante es la Fe en la Señora de Córdoba y por supuesto que la hermandad encargada de velar por su devoción desde hace más de tres siglos, no esté dispuesta a mermar un sólo céntimo el presupuesto destinado a la labor social. Ante esto ¿alguien se atreve a añadir una sola coma?

David Simón Pinto Sáez