embalsama el ambiente la primavera,
y desde los balcones, siempre olorosas
llueve sobre los palios hojas de rosas.
Es fiesta de mujeres y de chiquillos,
de soldados y curas y monaguillos,
aquellas pizpiretas, risueñas, francas
luciendo las sutiles mantillas blancas.
los otros con alegres purpúreos trajes
prendiendo corazones en los correajes
y los chicos traviesos, siempre felices,
con sus ricas rizadas sobrepellices.
¡Hermoso cuadro digno de nuestra historia!
Las campanas vibrantes tocan a gloria,
se despueblas los huertos y los jardines
llevando a la carrera rosas, jazmines,
amapolas geráneos y pensamientos
que en raudo torbellino cruzan los vientos.
Los balcones ostentan soberbias galas,
sobre ellos el Dios niño bate las alas,
y envuelto queda tanto júbilo inmenso,
en santas y olorosas nubes de incienso.
El toldo el sol tamiza y ofrece sombra,
la carrera se cubre de verde alfonbra,
y de Córdoba bella por los confines
hay ruido de carretas y de clarines.
¿Qué pasa que disculpe tanto alborozo,
que a jóvenes y a viejos llenan de gozo?
Por la ciudad morisca decid ¿qué pasa?
¡Es que el Cuerpo de Cristo salió de casa!
José Zorrilla
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