Pronunciado por D. Luis Miranda en el Pregón de la Semana Santa de 2011
"Cuando esa tarde ha perdido el brillo y ya no es más que la luz de una elegía triste, el Señor del Calvario está en la calle y con Él se aprende lo que pesa la cruz. Al verlo venir por el Realejo, con el fondo de su casa de San Lorenzo que no puede vivir sin Él ni Él sin su iglesia, las fotos antiguas en blanco y negro vuelven a tener vida. Cierto es que ya no lleva cruz plana, ni una Verónica delante y que su paso es otro, pero en pocos momentos como éste se puede uno asomar a lo más inmortal de la Semana Santa. Como si todo fuese la intimidad vieja de su capilla barroca, nada distrae de la esencia: el tierno mirar del Señor que casi pide ayuda para llevar el madero, el caminar sobrio que le balancea la túnica, la tristeza de la soledad con la que se dirige a la muerte. Las cornetas le lloran como si fuesen padrenuestros en la intimidad de una tarde de otoño, los cirios son lámparas votivas ardiendo con la devoción anónima y todo lo que le rodea es una Vía Dolorosa compadecida del desamparo de Jesús del Calvario.
Guiados por el ejemplo del titular y acaso para no que no se sienta más tiempo solo, hasta sus costaleros han hecho una familia de hermanos y a falta de plantillas sobradas se cargan con la cruz del esfuerzo y llevan al Señor del Calvario y a la Virgen del Mayor Dolor, poema fúnebre elevado a las alturas con la mirada, la candelería y la proporción de su palio, hasta el puerto seguro de la Catedral. Aquíestá la mejor demostración que se pueda dar de que para conseguir algo no hay que decirlo muchas veces, sino callar y hacerlo."
Fuente: www.hermandadesdecordoba.com
Fuente: www.hermandadesdecordoba.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario