Acabamos de estrenar el mes de Octubre, mes por excelencia del Santo Rosario en el que a nuestras dolorosas se les dedican Rosarios de la Aurora por las calles de ciudades y pueblos. Todos o casi todos en alguna ocasión hemos realizado u oído el rezo del Santo Rosario pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado su origen, historia, significado y por qué? Una vez formulada la pregunta a buen seguro son muchas las dudas que nos asaltan.
De los romanos y los griegos a la institución por la Iglesia
Etimología.-
Del latín "rosarium" significa «corona de rosas». Los etimologistas ofrecen dos posibles orígenes para la palabra rosario en sí. Muchos rosarios antiguos tenían sus cuentas talladas en la misma madera preciosa conocida como palo rosa y se les conocía como coronas de rosas. Otra teoría sostiene que el origen hay que buscarlo en la palabra francesa "rosaire".
Historia.-
El término rosario, tal y como lo conocemos en la actualidad, apareció en la Europa del siglo XV, pero la práctica de recitar oraciones valiéndose de una sarta de nudos o cuentas se remonta a los sacerdotes hindúes de antes del año 500 a.C.. La historiografía tradicional suponía que este tipo de secuencia era de origen Oriental. De una raíz indiana shivaita, el mundo islámico habría traído la costumbre de recitar los 99 nombres de Aláh sirviéndose de apropiadas cadenitas de 99 bolitas. Un desarrollo similar en el mundo Budista y con posibles influencias musulmanas fue traído a conocimiento de Europa por Marco Polo. Los cruzados, según esta hipótesis historiográfica, habrían importando a Occidente y adaptado a la plegaria cristiana una práctica de origen Oriental. Hoy, sin embargo, una hipótesis formulada al final del siglo pasado encuentra amplias confirmaciones y ningún estudio duda de la existencia de cadenitas utilizadas para la plegaria en el mundo cristiano desde los tiempos de los Padres del desierto, en los siglos III y IV después de Cristo, mucho antes de las cruzadas.
En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.
Para muchas religiones antiguas, la repetición frecuente de una plegaria había de incrementar su eficacia. Implorar a los dioses, a Dios o a un santo, para que librase a los fieles, por ejemplo de una epidemia, recitando cien veces una oración, era dos veces más efectivo que rezar la misma plegaria tan sólo cincuenta veces. Muchas religiones prescribían el número exacto de repeticiones de una oración específica. Por ejemplo, los templarios, orden fundada en el año 1119 para luchar en las Cruzadas, viajaban continuamente y no podían asistir con regularidad a las ceremonias religiosas, por lo que se les exigía recitar el Padrenuestro cincuenta y siete veces al día. Cuando moría uno de ellos, el número se incrementaba hasta cien veces diarias durante una semana.
Sencillamente, contar y rezar simultáneamente, aunque sea con la ayuda de los dedos, es imposible en la práctica, y por tanto se requería una ayuda. El rosario era la ayuda perfecta para la memoria. Los sacerdotes de la Iglesia griega calculaban sus numerosas genuflexiones y signos de la cruz mediante cordones provistos de un centenar de nudos. Las personas ricas unían en sartas piedras preciosas, trozos de vidrio y pepitas de oro.
El "Salterio de la Virgen María", como antiguamente se le llamaba, era la "herramienta" que utilizaban las personas sencillas que no sabían leer o que no tenían libros, para reemplazar el rezo del Salterio, es decir, los 150 Salmos de David que los religiosos rezaban cada semana pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Quienes no podían rezar los 150 Salmos de la Biblia, los reemplazaban por otras 150 oraciones, como por ejemplo: Padrenuestros, Credos, Ave María, etc, divididas en quince decenas.
Santo Domingo de Guzmán obra de Gregorio Fernández (1576-1636) Iglesia Conventual de S. Pablo PP. Dominicos, Valladolid |
Una versión tradicional difundida en el mundo católico hasta finales del Siglo XIX atribuía la invención del Rosario meditado a Santo Domingo de Guzmán (1170 - 1221). Según esta tradición, a finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán sufría al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses y decidió ir al bosque a rezar.
Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio. Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia. El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado.
Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio. Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia. El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado.
Cerca de un siglo, desde el 1880 hasta el año 1977, los historiadores siguieron a Thomas Esser, según el cual la atribución tradicional a Santo Domingo es el resultado de una confusión con otro Domingo, un ermitaño de Treviri llamado Domingo de Prusia (1384-1460), que vivió dos siglos después del fundador de la Orden y que sería el verdadero "inventor" del Rosario. Sin embargo, en 1977 Andreas Heinz descubrió un manuscrito con un Rosario meditado cien años anterior al de Domingo de Prusia y aparentemente ignorado por éste último, a pesar de la proximidad geográfica, y recitado por los monjas cistercienses de Santo Tomás de Kyll, distante aproximadamente cincuenta kilómetros de Treviri, alrededor del año 1300.
La versión del Rosario de Domingo de Prusia era bien distinta de la que conocemos hoy: contenía cincuenta meditaciones, una por cada Ave María, pero para los fieles más sencillos era todavía demasiado difícil. En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó "la muerte negra" en la que murieron muchísimas personas. Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
Cuándo exactamente han sido adoptados por primera vez los quince actuales misterios a los cuales corresponden ciento cincuenta Ave Marías, no es claro entre los historiadores. Se cree que el método actual hubiese sido acuñado en Basilea hacia el año 1475. El dominico Alan de la Roche (1428-1475) alegaba que cincuenta Ave Marías eran muy pocas, pedía por lo menos ciento cincuenta y no le gustaba el nombre "Rosario" adoptado, pero no inventado, por el ermitaño alemán, al que culpaba de traer a la memoria la literatura moderna que asociaba la rosa al amor profano. Sin embargo, los fieles se encargaron de asegurar la permanencia del nombre "Rosario" hasta nuestro días.
Fuentes:
• "¿De dónde viene el Santo Rosario?" - Fray Carlos Mario Alzate Montes, O.P. - mariologia.org
• "Origen, costumbre y uso del Rosario" - erroreshistóricos.com
• "El Santo Rosario" - rosario.org
Fantástico artículo, Carmona. Desde luego que el origen siempre he pensado que venía del fundador e la O.P. Santo Domingo de Guzmán, por lo que me ha encantado conocer estos datos.
ResponderEliminarGracias por este nuevo artículo.