Nuestro tercer paseos por las salidas en procesión de la urna de los Santos Mártires de Córdoba nos lleva hasta 1884, año en el que como ya comentamos en nuestra entrada del pasado 26 de septiembre de 2012, llamada Curiosidades de San Rafael (I), se produjo un terremoto en la localidad granadina de Arenas del Rey.
Recordaremos la crónica publicada en aquel momento por Costaleros del Calvario:
Cuentas las crónicas, que no la leyenda, que durante la noche del jueves 25 de diciembre de 1884, a las 21:08 horas (según el Instituto Andaluz de Geofísica), se sintió en Córdoba un fortísimo terremoto, el cual pudo igualmente sentirse en el resto de Andalucía, con predominio en la parte Oriental. El epicentro del terremoto se dio en Arenas del Rey, Granada, alcanzando una magnitud de entre 6,2 y 6,5 en la escala Richter durante los más de 20 segundos que duró. El total de víctimas ascendió a unas 1.000-1.200 (según la misma fuente).
A dicho terremoto le siguieron varias réplicas, algunas de bastante intensidad, por lo que muchas familias decidieron “vivir” en la calle durante los días posteriores al de Navidad de aquel 1884. Los que prefirieron seguir en sus hogares, lo hicieron con las puertas abiertas por miedo a quedarse atrapados tras un posible derrumbe. Las nevadas que azotaron algunos pueblos de la sierra granadina hacían insostenible la situación, si bien el miedo a las réplicas pudo más que el frío.
Debido a las malas comunicaciones de la época, hasta dos días más tarde, 27 de diciembre de 1884, no se conoció la verdadera magnitud de la catástrofe, enviando ese mismo día la Diputación Provincial de Granada una comisión informativa que recogió lo sucedido. Dos días más tarde, el 29 de diciembre de 1884, el periódico El Defensor de Granda pidió auxilio en prensa nacional, lo que se interpretó en Madrid como una exageración andaluza, lo cual no hizo sino empeorar aún más la situación de los supervivientes.
Finalmente, el propio monarca Alfonso XII tuvo a bien visitar la zona para comprobar, in situ, el alcance del seísmo.
En Córdoba, dos días después del terremoto, el cual se notó con bastante virulencia (la distancia entre Córdoba y el epicentro es de unos 150 Km), las crónicas describieron lo vivido de la siguiente manera (Diario de Córdoba, 27 de diciembre de 1884):
[...] La violenta sacudida que sufrió la tierra durante algunos segundos fue terrible y del vecindario se apoderó en aquellos momentos de mortal angustia el espanto más horrible. En todas partes se sintió con intensidad especialmente en los pisos altos y en los edificios más elevados. Las campanas de algunas torres se oyeron en aquellos instantes y al ruido de la repentina oscilación se mezclaban los gritos de espanto de las señoras y niños que huían llenos de terror del interior de las habitaciones, al vaivén de los muebles, crujir de los cristales y estremecimiento de las armaduras. Muchas personas de las que habitan en los barrios de Santa Marina, San Lorenzo y La Magdalena, abandonaron sus viviendas. Otras cayeron al suelo en la calle. En los establecimientos públicos en que la reunión de personas era extraordinario, con motivo de ser día festivo, el tumulto fue espantoso.
Al apercibirse los que se encontraban en el Café Suizo de la fuerte sacudida, abandonaron inmediatamente el local, cayendo algunos al suelo y arrastrando a la calle algunas sillas. Del “Teatro Principal” salió en dos minutos más de la mitad del público que llenaba todas las localidades, suspendiéndose por breves momentos la función que continuó al poco rato y ocupándose de nuevo cuando se restableció la calma.
Del “Café del Gran Capitán” salieron atropelladamente a la calle las muchas personas que en aquel local se encontraban, así como las del salón que ocupa la sociedad “Casino Cordobés” rodando muchas por la escalera, rompiendo las mesas, sillas, vasos, botellas y cuantos objetos encontraban a su paso, y al buscar la salida por la puerta del salón bajo levantaron la cancela de cristales que cayó al suelo haciéndose mil pedazos. En este percance resultaron heridos dos de los concurrentes con heridas en las manos y otros con varias contusiones por efecto del atropello. [...]
Aunque con menos intensidad, el terremoto se pudo volver a sentir a las doce de la noche y a las dos de la madrugada, cayendo al suelo una gran mole que se desprendió desde el campanario de Santa Maria de Gracia. Sin embargo, y a pesar de la magnitud de la catástrofe, no sufrió Córdoba mayores desgracias que las anteriormente mencionadas y algunas otras de similares consecuencias.
San Rafael visitando los restos de los Santos Mártires el 20 de septiembre de 2012 |
Sin embargo, el terremoto sí que despertó la devoción angélica, no siendo pocas las demostraciones que de ellos dieron nuestros abuelos, pues pusieron, una vez más, a San Rafael como Custodio de nuestra ciudad.
El Diario de Córdoba decía el 4 de marzo de 1885 , en relación a este asunto:
[…] La ciudad y provincia de Córdoba ha tenido la dicha de que este terrible fenómeno haya pasado por ella como hemos dicho casi sin causar estrago alguno.
¿Y a qué debemos tan grande distinción viviendo casi en la misma zona y en la misma o mayor relajación de costumbres que esos desgraciados pueblos destruidos?
Pues lo debemos a lo que todo el que ha nacido en Córdoba sabe, lo debemos al Arcángel que corona nuestras elevadas torres y se ostenta en elevados triunfos diseminados por nuestra ciudad querida; a nuestro Ínclito Custodio, que ante un venerable Sacerdote anciano y achacoso le jurara un día Por Jesucristo Crucificado ser Rafael Ángel a quien el Eterno había puesto por Custodio y guarda de esta ciudad, a él, que en el momento solemne de decretar el Altísimo la ruina y destrucción de estos países, halló gracia para Córdoba y sus moradores, y por eso sólo sentimos el terrible amago de la justicia celeste.
Todo el que se cobija en aquella memorable y terrible noche bajo los techos de este feliz ciudad, natural o forastero, creyente o descreído, en aquellos momentos de terror y angustia solo sus balbucientes labios se entreabrieron para invocar la protección de San Rafael. El nos había salvado con su intercesión poderos ante el trono del Eterno, y todos fervientemente, desde lo íntimo de nuestros corazones apenados, le damos gracias infinitas. […]
Tras aquel acontecimiento, Córdoba decide “preparar fiestas” en acción de gracias por los grandes beneficios, si bien al ir llegando las noticias de las consecuencias en las provincias limítrofes, “un deseo unánime y general se apoderó de todo cordobés, acordando la traslación as nuestra suntuosa Basílica de las Sagradas Imágenes de Nuestra Señora de la Fuensanta, Excelsa Patrona de la Ciudad, de Nuestro Santo Custodio San Rafael, y de las Sagradas Reliquias de los campeones de la fe, los Santos Mártires de San Pedro, para tributarles solemnes fiestas de rogativa y acción de gracias por sus favores".
La procesión se organizó el día 4 de enero de 1885, debiéndose retrasar la de regreso hasta el 13 de enero, debido a los continuos aguaceros.
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