La festividad de María Auxiliadora, advocación tan querida por todos nosotros, guarda una historia que bien merece ser recordada hoy.
A principios del S XIX, concretamente en 1801, el Papa Pío VII intentó convencer al emperador Napoleón para que restituyera la iglesia francesa, visitando París en 1804 con el mismo fin. Sin embargo, la relación fue deteriorándose hasta tal punto, que en 1809 las tropas napoleónicas entran en territorio Vaticano, encarcelando al Pío VII. Evidentemente, atentar contra la iglesia de esta manera,no pudo sino ser respondido a través de la bula decretada por el propio Papa, "Quum memoranda", a través de la cual se excomulgaba al emperador.
Tras varios años encarcelado, y viendo muy lejana su liberación, el Sumo Pontífice hizo la siguiente promesa a la Virgen: Oh, Madre de Dios, si me liberas de esta indigna prisión, te honraré decretándote una fiesta en la Iglesia Católica".
El emperador, respondió a la bula de excomunión con la siguiente frase: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados". Sin embargo, cuando las tropas napoleónicas alcanzaron las gélidas tierras de Rusia, el frío helaba literalmente las manos de los soldados, haciendo que los fusiles cayeran al suelo sin remedio, no pudiendo sino regresar hacia el continente, donde desgraciadamente para el emperador, las tropas aliadas pusieron fin al sueño de Napoleón.
El papa fue liberado y pudo regresar a Roma el 24 de Mayo de 1814, decretando que en adelante, y en recuerdo de la promesa que hizo desde su exilio a la Virgen María, cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la Madre de Dios, por el Auxilio prestado.
Por supuesto no nos olvidamos de San Juan Bosco, quizás la persona que más tendría que ver con la popularización de la invocación de María como Auxilio de los Cristianos. San Juan Bosco identificó el crecimiento de sus obras apostólicas y educativas entre los jóvenes como obra de la Virgen María, comenzando a referirse a la Madre de Dios con esta advocación a partir de 1860, año en el que relata que la propia Virgen María la expresó su deseo de ser honrada bajo dicho título así como su voluntad de que se le construyera un templo.
El Auxilio de los Cristianos de esta época se puede deber tal vez a los movimientos nacionalistas italianos que promovían la unión de Italia en contra de los Estados Vaticanos y por ende sobre la autoridad del Papa. El recuerdo de la promesa de Pío VII a la Santísima Virgen inspiró a San Juan Bosco la advocación.
Poco a poco, la internacionalización de la obra Salesiana (obra educativa fundada por Juan Bosco), llevó el nombre de María Auxiliadora por todo el mundo, llegando a ser la realidad que hoy en día todos conocemos.
Por lo tanto, hoy, 24 de mayo de 2010, no podemos sino celebrar que María Auxiliadora fue, es y será, Auxilio de todos nosotros.
Viva María Auxiliadora!!
Viva
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