Tras el parón fotográfico, continuamos nuestro paseo por el barrio de San Lorenzo Mártir, para adentrarnos en el interior del Convento de los Padres de Gracia.
El interior es una hermosa nave con crucero, bóveda y cúpula, con varios recuadros en que se ven pinturas, al parecer de mérito. El altar mayor tenía un lindo y correcto retablo de orden dórico, construido en 1832 por el maestro don Joaquín Guijo, colocándole en el centro un relieve representando la Santísima Trinidad, obra del escultor don José Cano, así como los demás adornos eran del tallista don Diego Molina. Esta obra la costeó el padre provincial fray Antonio de Tejada, ayudado con 10.000 reales que le dio el padre Vélez, agradecido a lo bien que aquella comunidad lo trató en la época de 1820 a 1823, en que estuvo algunos días recluso en este convento, porque en este tiempo fue cerrado el suyo, de Capuchinos, por no llegar sus frailes al número necesario.
Esta iglesia tenía desde su construcción un retablo cubriendo todo el testero, y cuando en 1810 los franceses suprimieron las comunidades, lo arrancaron y vendieron por leña. Después, en 1814, se volvió a abrir, llevando en una solemne procesión las imágenes del Santo Cristo de Gracia, los fundadores y otras, que estuvieron en la Compañía, San Andrés y San Lorenzo, colocando entonces provisionalmente uno de los retablos colaterales, que casualmente se salvó, y haciendo éstos nuevos. Hacía mal efecto, y por eso en 1832 hicieron el que hemos mencionado, que hoy está deshecho en una atarazana, porque viéndolo sin pintar, en 1869 lo quitaron para sustituirlo con el del convento de Jesús Crucificado, poco antes suprimido, que es un montón de hojarascas sin orden ni gusto, y en el cual colocaron el relieve que el otro tenía; allí se ven mezclados santos de las órdenes de la Trinidad y Santo Domingo, como lo son San Juan de Mata, San Félix de Valois, Santo Domingo de Guzmán y San Vicente Ferrer, y en el centro una Concepción procedente del expresado convento.
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