miércoles, 21 de marzo de 2012

Costaleros del Calvario en la Prensa

El pasado sábado 17 de marzo de 2012, el diario ABC Córdoba, de la mano del periodista y cofrade Luis Miranda, publicó un interesante artículo publicado "Los artesanos mantienen la actividad, pero notan la crisis".


En dicho artículo, cuya ilustración fue la fotografía de José Carlos Rubio, costalero de Nuestro Padre Jesús del Calvario, que aparece más arriba, se explican las vicisitudes por las que en estos momentos de crisis (con c minúscula, como el propio artículo explica) pasan los talleres de los cordobeses Manuel Valera (orfebre), Ángel María Varo (dorador), el ya mencionado José Carlos Rubio, o la también hermana del Calvario y bordadora Mercedes Castro

Los artesanos mantienen la actividad, pero notan la crisis
Los talleres que trabajan para cofradías ven más dificultad para cumplir los plazos de pago, aunque los precios no han descendido
Hace casi un lustro que junto a la C mayúscula de Cuaresma y de Cofradías se ha colado otra c, que, aunque minúscula, amenaza con parar el corazón de la sociedad en que viven inmersas las hermandad. Es la c de la crisis económica, que se sigue dejando notar con intensidad, tanto en las cuotas de los hermanos como en las filas nazarenas y también en la actividad patrimonial. ABC ha preguntado a artesanos cordobeses para conocer cómo está afectando la crisis económica a la demanda de su trabajo por parte de las cofradías. No hablan de una situación dramática, pero coinciden en que se está notando por muchos factores.
El orfebre Manuel Valera, uno de los más prestigiosos de la ciudad, comienza aclarado que su trabajo no se ha resentido, pero también admite que la actitud de los clientes es distinta. «Las cofradías van más justas para pagar, los plazos se hacen más largos y se nota mucho en los presupuestos, donde intentan apretar más», resume. ¿Y se regatea más?
La calidad
Para contestar a esta pregunta, el autor de aclamadas piezas de oro y plata para Sevilla y para Córdoba da un rodeo: «Cuesta más que los clientes comprendan que la calidad está por encima de todo y que cuesta más trabajo», dice Manuel Valera. Así se contesta a la pregunta de si ha habido que recurrir a bajar los precios para mantener los encargos. No se ha llegado ahí, pero se sigue en valores de «hace seis o siete años».
 
Las cofradías que piden un trabajo a Manuel Valera deben aportar por su cuenta el metal en que se realizará. El orfebre no compra el oro ni la plata, que en los últimos años han incrementado su precio notablemente debido a la crisis. También han bajado los donantes. «Antes era frecuente que aportaran piezas de oro y plata para que se fundieran en una presea. Ahora el oro, por desgracia, se tiene que vender para seguir adelante», dice el orífice.
Tampoco se puede quejar, dice, el dorador Ángel María Varo, responsable de talleres San Mateo. Para esta Semana Santa está preparando la última fase de los respiraderos del paso de la Sagrada Cena, que aparecerá por primera vez terminado, y el redorado del paso del Cristo de los Gitanos de Málaga. También un retablo que entregará para el día del Carmen, el 16 de julio. Esto es lo único inquietante, que a partir de entonces no tiene contratos firmados, algo que era normal en otros años. Como los demás, ha notado el problema de los pagos. «No me ha fallado nadie, pero sí es verdad que todos van más justos», dice. De hecho, la negociación de los plazos de entregas es crucial.
En su caso sí ha influido el precio del pan de oro, que ha crecido en los últimos años un 70 por ciento. Si antes una hoja no se acercaba al euro, ahora cuesta 1,30, dice el dorador, que cuenta cómo el paso del Santísimo Cristo de la Misericordia, estrenado el año pasado, lleva 21.000, a las que se suma la mano de obra. No le falta el trabajo al tallista José Carlos Rubio, aunque no hay tantos encargos como antes. «No bajamos, pero somos más condescendientes a la hora de los pagos. A veces piden menos calidad para hacerlo más asequible, pero preferimos que el trabajo no pierda», dice el artesano.
Mientras, la bordadora Mercedes Castro admite también los efectos. «Esto es una cadena y afecta a todos por igual, y se nota en la demanda de las cofradías. Además, si fallan ingresos como las cruces el año pasado y la Feria, las hermandades no tienen dinero», concluye.

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