lunes, 12 de marzo de 2012

De tal palo...

Cuando pasa el tiempo, y aquello por lo que luchamos fervientemente resulta no tener mayor importancia, no solemos equivocarnos si volvemos a aquello que se nos enseño desde pequeñitos, sin esfuerzo pero con un cariño enorme...
Nuestro Hermano Rubén en sus primeros pasos como Costalero de salón
Aquellos "progres" que deciden no dar valores a sus hijos para que estos decidan por sí mismos cuando sean adultos, no alcanzan a entender que, ese vacío, no podrá ser llenado en la vida. Dejar a nuestros hijos huérfanos de valores, pero lo que es peor, huérfanos de experiencias y momentos familiares es, sin duda alguna, el peor de los legados que podemos dejar a nuestros hijos.

Nuestro Hermano Rubén en sus primeros pasos como Costalero de salón  
¿Quién no guarda en lo más profundo del corazón el momento en el que sus padres lo miraban mientras que él mismo intentaba demostrarles lo grande que era ya por montar en bicicleta los patines de "bebé"? ¿Quién no conserva el precioso recuerdo de estar sentado un día lluvioso, en el salón, rodeado de sus padres y hermanos, mientras se montaba un puzle o se coloreaba una lámina? ¿Y quién de nosotros no recuerda la primera vez que nuestros padres nos llevaron de la mano hacia la iglesia, vestidos de esclavina, para acompañar a nuestra hermandad?

Marta y Candelaria, esclavinas del Calvario

Dejar a nuestros hijos huérfanos del Amor hacia Nuestros Titulares es toda una temeridad. No mostrarles el camino a seguir cuando estamos perdidos, es desabrocharles el cinturón de seguridad justo antes de comenzar un tramo de curvas. Y lo que es aún peor... es hacerles pensar que, aquello bueno que la vida les traiga, es sólo el resultado del destino y la suerte, y no de la Divina Providencia.

Rafael Sáez delante del Descendimiento con uno de sus nietos en 1982

Por ello, no castiguemos a nuestros hijos y proyectemos sobre ellos nuestros complejos. Sigamos enseñando lo que durante siglos ha sido la Respuesta, y dejemos que ellos elijan su camino tras conocer la verdad, nunca dejándolos solos. 

Enhorabuena a los papás de Rubén, Marta y otros tantos niños que siguen los pasos siempre firmes de sus abuelos, y tened la certeza de que algún día, más pronto que tarde, ellos mismos os lo devolverán con aquella misma fe que hoy ponéis vosotros sobre sus esclavinas y costales de salón.


1 comentario:

  1. Cuánta razón hay en esas palabras...
    Benditos sean porque tenemos la gran fortuna de poder disfrutar de esos primeros pinitos como cofrades.

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