domingo, 9 de marzo de 2014

Tal vez sea por eso

Tal vez sea porque la primera vez que acompañé a la imagen de Nuestro Señor Jesucristo en el Santo Sepulcro éste fuera protegido por su antigua urna de madera y plata. O tal vez porque hoy en día preside su cortejo, al son de la carraca que toca a muertos, desde lo alto de su castillo de oro. 

Procesión del Santo Sepulcro. 1949
Tal vez sea porque su delicado cuerpo, afrentado y escarnecido, nunca se mostró tan desprendido de sus propios verdugos: coronas, columnas y cañas que, por haberse adentrado tanto en su cuerpo, los veneramos como si del mismo Jesús se tratasen.


Tal vez sea porque cuando de todo ello lo despojaron nunca faltó, al menos, un sudario que su cuerpo tapase. Tal vez sea por eso.

Sepulcro a principios del siglo XX
Sin embargo hoy le muestran sin ni tan siquiera el lienzo que en algunas ocasiones le unió al madero. Hoy nada le cubre y desde lejos no puedo sino temer que algo le pueda hacer daño; aunque este cuerpo inerte ya ni siquiera pertenezca a este reino. 

Los que más le quieren lo muestran tal y como lo dejaron los que menos lo quisieron. Y yo, que realmente no sé si lo quiero o lo temo, me estremezco al ver su talla desprovista de cualquier simple velo que tape las vergüenzas. No las de su cuerpo, sino las de nuestro propio ego.

Altar de Cultos de Nuestro Señor Jesucristo en el Santo Sepulcro 2014. Fotografía: Blog del Santo Sepulcro

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