Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te
das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y
desnudo. Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y
arrepiéntete. (Ap 3, 17. 19)
Señor, tú que nos amas, ayúdanos a darnos cuenta de nuestra falsa riqueza y de nuestra ceguera.
Señor, tú que nos amas, ayúdanos a darnos cuenta de nuestra falsa riqueza y de nuestra ceguera.
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