Nuestro hermano y costalero del Señor de la Dulce Mirada, Juan García Camacho, nos envía una pequeña reseña histórica de la cofradía de María Santísima de los Dolores y Cristo de la Buena Muerte de Priego.
En junio de 1689, el abad de Alcalá, D. Pedro de Toledo, aprobó las constituciones de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores que tuvo su sede en el desaparecido templo de Santiago. A partir de aquí, se pierden las referencias hasta 1928, en que ya en la ermita del Calvario, deciden reorganizarla un grupo de hermanos. En 1931 el Obispo de Córdoba aprueba el reglamento de la Cofradía. Por último, sufre una tercera reorganización a partir de 1969 que es cuando comienza su máximo esplendor.
Aunque no se especifica documentalmente, parece ser que fue en 1930 cuando la procesión salió por primera vez. En 1970 se incorporó la imagen del Cristo de la Buena Muerte que es un crucificado en madera policromada con unas medidas de 170 cm sin cruz, del siglo XVII, y atribuída al círculo de los Mora, aunque no se tiene conocimiento de la existencia de documento que revele su autoría. Esta procesión, aclamada popularmente como una de las mejores organizadas y de mayor belleza plástica de la Semana Santa prieguense, realiza un doble desfile procesional, bajando el Lunes Santo de la ermita del Calvario a la iglesia de la Asunción y retornando a la una de la madrugada del Viernes Santo ambos pasos a sus respectivas ermitas, en la Procesión del Silencio, que es la procesión oficial de la Cofradía.
En 1981, se incorporan a la procesión los "óvalos de los siete dolores" realizados por Manuel Rovira Casañer. Se trata de siete cuadros ovalados que son llevados por
penitentes sobre el pecho, representando los siete dolores de María.
La imagen de Nuestra Señora de los Dolores es una dolorosa en madera policromada del siglo XVII, de estilo barroco que se le atribuye a la escuela granadina. Se cree que es la que en 1635 fue donada por Marina de Pareja a la ermita del Santo Cristo del Humilladero, "con todos sus vestidos hechos para que se ponga en el altar". Fue trasladada a la ermita del Calvario en el siglo XVIII cuando se terminó ésta.
Nada se sabe de su autoría, aunque se trata de una imagen de candelero del siglo XVII que pertenece a la colección de imágenes de vestir que plasman los siete dolores de la Virgen, representados por el corazón llameante atravesado por siete puñales que luce en el centro del pecho.
Hasta hace poco mostraba en sus manos símbolos de la pasión, que se le quitaron en la última restauración realizada en 1978, posterior a la realizada en 1956.
La Virgen procesiona a hombros de sus costaleros que visten túnica negra y capirote morado, siendo unos 110 los que portan el paso que, debido al largo recorrido y al peso, llevan unos 55 relevos. El capataz los dirige con una campana y dependiendo de la maniobra da un toque determinado.
En el año 1970 se incorpora a la procesión, desde la iglesia de la Virgen de la Cabeza, el Cristo de la Buena Muerte, talla igualmente de la escuela granadina. Procede de la antigua ermita de San Luis. Durante un tiempo estuvo depositado en el cementerio, hasta que se terminaron las obras de la iglesia de la Virgen de la Cabeza. Según se cree, es del siglo XVII y atribuido por unos a Juan Fernández de Lara y por otros a José de Mora. Iconográficamente se sitúa entre los cristos agonizantes.
El Cristo e
s llevado de una forma original, por sólo ocho costaleros. Va flanqueado por cuatro ingentes antorchas que prestan gran vistosidad al paso. El capataz que los dirige lo hace realizando pequeñas señales con las manos y a veces con la capa.
s llevado de una forma original, por sólo ocho costaleros. Va flanqueado por cuatro ingentes antorchas que prestan gran vistosidad al paso. El capataz que los dirige lo hace realizando pequeñas señales con las manos y a veces con la capa.
El acompañamiento de la procesión corre a cargo de su banda de tambores que lo hizo por primera vez en 1971. Está compuesta en la actualidad por 38 tambores más el cabo y 12 bombos. El ritmo fue compuesto por Alonso Cano y Antonio López. Esta banda fue la primera que utilizó los famosos "raun" para la salida y entrada de sus imágenes, que son ritmos rápidos y estruendosos que dan especial emoción a esos momentos. También poseen una marcha de la Pasión compuesta para la Hermandad por Francisco José Serrano. En 1991 se introdujo una innovación sin antecedentes en nuestra Semana Santa, que fue la incorporación de seis clarines de fanfarria.
Las piezas a tocar, entre las que se encuentra la Marcha del Silencio, han sido adaptadas al ritmo de la banda por Antonio Ureña.
La madrugada del Viernes Santo, en la Procesión del Silencio, la Capilla Musical de la Vía Sacra la acompaña en su subida al Calvario, interpretando una antigua música religiosa que antaño servía de complemento al canto de la Pasión y al rezo del Rosario (Stábat Mater y Miserere).
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