sábado, 12 de octubre de 2013

Cuando Córdoba quería a San Fernando

Dice la historia, que no la leyenda, que cuando Fernando III estaba cerca de conquistar Córdoba tras cinco siglos en poder de la media luna, acampó en los terrenos hoy denominados de El Realejo. Que celebró su primera misa cerca de la actual Fuenseca, y que estableció su residencia en nuestra ciudad durante la época en la que nuestra campiña era la frontera entre lo conquistado y aquello por conquistar.

Imagen de San Fernando, en la capilla Real de la Catedral de Córdoba

La calle que lleva su nombre, de las más cofrades de nuestra ciudad, queda cubierto por el de La Feria, en honor de aquella que organizaba el gremio de los calceteros en las vísperas de la festividad de la Virgen de Linares; imagen que llegó a Córdoba de la mano del propio monarca y que se quedó para siempre entre nosotros.


Imagen de San Fernando en la fachada del antiguo convento de San Pedro el Real.
La propia parroquia que hoy en día nos recuerda al santo monarca se esconde entre las callejuelas humildes de un barrio extramuros, alejado para gloria de sus vecinos, del bullicio del centro de la ciudad.

Sin embargo hubo un momento en el que Córdoba quiso querer a San Fernando. Y rompiendo la típica tradición cordobesa del inmovilismo, San Fernando salió a la calle en el barrio de Santa Marina de las Aguas Santa un 30 de mayo de 1951.

San Fernando en 1951. Foto: Ricardo
Pero como todo en Córdoba, este recuerdo pronto pasó. Como pasó el de la imagen de San Fernando que tantas veces acompañó a la Virgen de la Inmaculada de Linares.

Capilla de San Fernando. Santuario de la Virgen de Linares. Fotografía: Hermandad Virgen de Linares

La Córdoba olvidada...


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