Acabo de ver un tuit, de los muchos que paso con el dedo en mi smartphone casi sin leer cada día, que me ha llamado la atención sobre el resto. Tal vez porque incluía una fotografía de un guardia civil intentando sacar un coche de una montaña de nieve, y en cuyo texto el autor se quejaba de la poca publicidad que se le da a estos gestos de la Guardia Civil.
Y por aquellas relaciones que hace la mente, dicen que de manera inconsciente, he recordado el artículo de don Antonio Burgos del pasado 10 de febrero, titulado "Moda costalera", en el que aprovechando el SIMOCO pone a más de uno en su lugar. Y desde luego que no seré yo quien ponga una sola coma a la moda costalera, entiéndase el artículo, claro, no el estilismo, pues más allá de la pasarela en sí don Antonio nos saca las vergüenzas a todos los que en algún momento hemos vestido, o vestirán, porque no parece que las tendencias vayan a cambiar en la próxima temporada primavera-verano, el costal. Y para finalizar su reflexión, Burgos hilvana la idea de devolver las ruedas a los pasos, lo que visto desde la cabecera de este blog, nos ha puesto la carne de gallina; esperemos que el hilván no pase a fase de costura.
Sin embargo, y para tranquilizarle don Antonio, me gustaría recordar que aún existen costaleros que pertenecen a cuadrillas que ensayan los fines de semana, permitiendo que a los mismos puedan acudir mujeres e hijos y así demostrarles, que no explicarles, lo que es vida de hermandad. Y lo que es más sorprendente, existen cofradías que lo fomentan. También existen costaleros que pertenecen a cuadrillas que han decidido hacerse donantes de sangre y órganos. Costaleros que pertenecen a cuadrillas que, interesadas por la vida de los demás, sustituyen el partido del sábado por la mañana por turnos de recogida de alimentos a las puertas de Mercadonas y Días. E incluso los hay que organizan visitas, en cuadrilla, a conventos de clausura para aprender cómo viven las que decidieron rezar por los que no lo hacemos tan a menudo como debiéramos.
Hay costaleros que pertenecen a cuadrillas que esperan que los huecos sean ocupados por los hijos o nietos de los ya jubilados; manifestando con dicho gesto que las cuadrillas son cosa de familia. Hay cuadrillas de hermanos costaleros donde también hay costaleros hermanos; y primos; y cuñados (estos últimos no sé si también catalogarlos como familia).
Me han llegado rumores de que hay costaleros que asisten a las fiestas de regla de sus hermandades, e incluso algunos que se atreven a confesar y comulgar. Y se sabe porque aunque sea un acto íntimo, se hace en comunidad. Como en comunidad, cuadrilla o hermandad, me da lo mismo que lo mismo me da, parece que hay costaleros que participan en todos y cada uno de los actos que organizan sus hermandades, ya sean montajes, desmontajes, traslados, loterías, mudás o desarmás.
Pero lo curioso de todo esto es que al costalero se le comienza a conocer por los que abusan de serlo, no extendiéndose su acepción, la buena, claro, a todos los que son miembros de cofradías; aún cuando, a veces y en su mayoría, son los herederos de los esportilleros los que trabajan físicamente, e incluso el día de la salida, por ella.
¿Recuerda aún lo que comentamos al inicio sobre la Guardia Civil? Seguramente la Benemérita no pretenda estar en los medios por lo bien que hace las cosas, que a fin de cuentas es su labor y, según ellos mismos dicen, su devoción. Aunque posiblemente tampoco querrán ser visibles por lo que la mayoría de ellos no promueve. Pues eso.
Quédese tranquilo que, si hablamos de costaleros, seguiremos recordando a Rafael Franco cuando nos encontremos detrás de los palios. Otra cosa es que de lo que hablemos no sea de costaleros.
Por cierto, el próximo día 7 de marzo se celebrará en Córdoba el IX Pregón del Costalero, organizado por la Hermandad de La Cena en la antigua iglesia fernandina de La Magdalena ¿Pudiera ser paradójico? Como encargado de leerlo este año, le invito formalmente a que me acompañe.
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