Siguiendo nuestro paseo por la calle Mayor de San Lorenzo, a finales del S XIX, habríamos visto lo que D. Teodomiro se encargo de no dejar caer en el olvido.
La tercera es la calle de Álvar Rodríguez, nombre de uno de los jurados de aquel barrio, que vivió en este sitio y era muy conocido.
La cuarta es la del Queso, que en el siglo XVII tomó el nombre de la fabricación de este alimento, pero que en unión con la del Agua, que viene de la plazuela de los Padres de Gracia y se llama así por alagunarse en tiempo de lluvia, forman una cruz perfecta, razón por la que en los títulos antiguos aparecen llamándose la Cruz de San Lorenzo, y a la cabeza, que se puede considerar como una barrera o calleja sin salida, le dicen de los Ciegos por un recogimiento para éstos que hubo en aquel sitio.
Volviéndonos al objeto principal, o sea, la calle Mayor de San Lorenzo, debemos decir que formaba a su mediación una gran hondonada donde se recogían las aguas que corrían por un caño, pasando por la gran fábrica de curtidos que hay en aquel punto a desaguar en el arroyo de San Lorenzo por un cauce que ya no existe, y en el último tercio del siglo XVIII el corregidor don Luis Eguiluz la allanó toda, haciendo desaparecer aquella fealdad. Unida a dicha tenería hay unas casas principales que eran las solariegas de los Muñoz de Baena. Casi frente de ésta hubo una plazuela que en 1700 concedió la Ciudad a la cofradía de los Remedios de San Lorenzo, y labró en ella unas casas.
Este tipo de desniveles en el centro de las calles, por donde pasaban pequeñas corrientes de agua, tal y como las que se debieron encontrar en la calle Mayor de San Lorenzo, es el origen del nombre de "corrientes" para aquellos costaleros que ocupan el centro de cada trabajadera bajo los pasos.
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