El diario ABC, a través del blog La Capilla de San Álvaro, gesionado por el cofrade de las Angustias don Luis Miranda, publicaba el pasado martes 13 de marzo de 2012 una entrada títulada "Parábola de los talentos".
Tras su lectura no podemos nada más que agradecer a don Luis Miranda por hacer pública su personal visión de nuestra Corporación (y nuestras cuadrillas), así como dar nuestra más sincera enhorabuena a quienes día a día hacen que este trocito de cielo que es San Lorenzo, luzca con luz propia no sólo cada Miércoles Santo, sino cada día del año.
Parábola de los talentos
Luis Miranda - Cuaresmario
LA CAPILLA DE SAN ÁLVARO
12 de marzo de 2012
Iba a escribir
que esta cofradía pequeña, antigua y exquisita era como alguno de los siervos
de los que Jesús habla en la parábola de los talentos, y con poco consigue
mucho y con ello el reconocimiento de Quien lo ve todo.
Al mirar la fotografía, sin embargo, con ese marco soberbio de nervaduras góticas y pinturas recién recuperadas en todo su esplendor, y al reparar en el rostro dulcísimo del Nazareno, casi he pensado que eran bastantes dones, aunque hay que saber aprovecharlos para mayor gloria de Dios.
Tiempo ha que esta cofradía pequeña, antigua y exquisita hace realidad el milagro del hombre que con lo que recibe obra pequeños milagros y puede presentarse ante el Señor con la conciencia tranquila y las manos llenas. Hace muchos años que lo demuestra en su estación de penitencia, sobria y recogida como el dolor del Señor del Calvario cuando camina San Pablo arriba y todo se hace pequeño e íntimo para acompañarlo, deslumbrante y refinada como los varales que escoltan la mirada al cielo de la Virgen del Mayor Dolor.
Quizá si tuviese recursos humanos sobrados e igualás con lista de espera fuese de otra forma, y no necesariamente mejor, pero esta cofradía pequeña, antigua y exquisita ya ha demostrado que nada puede con el criterio, el arma más poderosa e ilimitada, sea para disponer la flor a los pies de la Señora o para ofrendarle una sinfonía de marchas en su camino del Miércoles Santo, donde hasta los costaleros hacen piña como hermanos y no les pueden las horas ni el largo camino que no debe ir a otro sitio que a la Catedral.
La hermandad del Calvario ha dejado uno de los cultos más hermosos de una Cuaresma donde no son pocas las cofradías que se han esmerado. El bosque de cipreses de cera, las piñas cónicas de claveles rojos y el marcado sentido ascendente para una imagen que sube hacia el Gólgota con resignación y dulzura. No se debía esperar otra cosa de una cofradía que tiene claro que los números no pueden con el corazón y la cabeza que saben lo que tienen que hacer. Seguro que Quien ve en lo escondido y carga con la cruz sabrá reconocerlo, pero es bueno que también los hombres lo diagmos.
Al mirar la fotografía, sin embargo, con ese marco soberbio de nervaduras góticas y pinturas recién recuperadas en todo su esplendor, y al reparar en el rostro dulcísimo del Nazareno, casi he pensado que eran bastantes dones, aunque hay que saber aprovecharlos para mayor gloria de Dios.
Tiempo ha que esta cofradía pequeña, antigua y exquisita hace realidad el milagro del hombre que con lo que recibe obra pequeños milagros y puede presentarse ante el Señor con la conciencia tranquila y las manos llenas. Hace muchos años que lo demuestra en su estación de penitencia, sobria y recogida como el dolor del Señor del Calvario cuando camina San Pablo arriba y todo se hace pequeño e íntimo para acompañarlo, deslumbrante y refinada como los varales que escoltan la mirada al cielo de la Virgen del Mayor Dolor.
Quizá si tuviese recursos humanos sobrados e igualás con lista de espera fuese de otra forma, y no necesariamente mejor, pero esta cofradía pequeña, antigua y exquisita ya ha demostrado que nada puede con el criterio, el arma más poderosa e ilimitada, sea para disponer la flor a los pies de la Señora o para ofrendarle una sinfonía de marchas en su camino del Miércoles Santo, donde hasta los costaleros hacen piña como hermanos y no les pueden las horas ni el largo camino que no debe ir a otro sitio que a la Catedral.
La hermandad del Calvario ha dejado uno de los cultos más hermosos de una Cuaresma donde no son pocas las cofradías que se han esmerado. El bosque de cipreses de cera, las piñas cónicas de claveles rojos y el marcado sentido ascendente para una imagen que sube hacia el Gólgota con resignación y dulzura. No se debía esperar otra cosa de una cofradía que tiene claro que los números no pueden con el corazón y la cabeza que saben lo que tienen que hacer. Seguro que Quien ve en lo escondido y carga con la cruz sabrá reconocerlo, pero es bueno que también los hombres lo diagmos.
Solo cabe agradecer al autor de esta reflexión su mirada atenta hacia nuestra cofradía. Hay que tener una sensibilidad especial para entrender lo que nuestra hermandad quiere ofrecer en la calle, una estampa clásica y seria como corresponde a una vieja cofradía de solera. Tenemos la gran suerte de que los hermanos han comprendido y aceptado esta línea y que estén dispuestos a continuarla y perfeccionarla en lo posible para mayor gloria de nuestros Sagrados Titulares. PPV
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