jueves, 13 de septiembre de 2012

Historia y leyendas sobre la Santa Cruz I

SANTA ELENA
Convertida al Cristianismo y descubridora de la Santa Cruz en Tierra Santa


Colosal escultura de Santa Elena
obra de Andrea Borghi "Il Carrarino"
Basílica de San Pedro del Vaticano
Roma (Italia)
El nombre completo de Santa Elena era Flavia Iulia Helena Augusta (ca. 250 – † 18 de agosto 330). Fue la consorte del emperador romano Constancio Clorus (293-306), y la madre del emperador Constantino I (306-337). A ella se le atribuye el hallazgo de las reliquias de la Vera Cruz, con quien siempre se representa en toda la iconografía cristiana. Santa Elena tuvo un interés singular en ayudar a los pobres y acudía a la iglesia piadosamente confundida entre los fieles. Habiendo peregrinado a Jerusalén para descubrir los lugares del Nacimiento de Cristo, de su Pasión y Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con basílicas dignas de veneración (c. 329).


Vida.-

El lugar de nacimiento de Santa Elena no se conoce a ciencia cierta; se supone fuera el Asia Menor e incluso la Gran Bretaña. Procopio de Cesarea (siglo VI) es el primero en mencionar que Elena nació en Drepanum, en Bitinia (Asia Menor); esta creencia la apoya el hecho de que Constantino renombró la ciudad como Helenópolis, después de su muerte en el año 330. De todos modos, también hubo otra Helenópolis en Palestina (actual Daburiyya) y otra en Lydia, probablemente todas por el nombre de la madre de Constantino.

Eusebio de Cesarea (siglo IV) dice que ella tenía unos 80 años de edad a su regreso de Palestina (Vita Constantini 3,46), y si el viaje se hizo en el 326 o 328, se puede calcular que nació, aproximadamente, en el año 250 después de Cristo. Ella venía de un linaje humilde, por lo que San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la llamó una “buena stabularia”, que puede traducirse como “buena y de estable limpieza” o “anfitriona”, por lo que debe entenderse más como una ocupación que como una virtud (De obitu Theodosii 42).

No se sabe donde conoció a Constancio, pero es probable que durante su servicio en tiempos del emperador Aureliano. La naturaleza jurídica precisa de la relación entre Elena y Constantino es desconocida, y se mantienen posiciones diferentes; el mismo San Jerónimo la llama unas veces “esposa” de Constancio y otras veces, “concubina”. También la describe como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón.Y así debía ser cuando se enamoró de ella Constancio, el que lleva el sobrenombre de Cloro por el color pálido de su tez, general valeroso y prefecto del pretorio durante Maximiano.

Elena dio a luz al futuro emperador Constantino I el día 27 de febrero, entre los años 270/272 en Naissus (Niš, Serbia). Poco después, Constancio se divorció de Elena en el año 290, y lo hizo con el fin de casarse con Teodora, hija de Maximiano. Elena, con su hijo Constantino fueron enviados a la corte de Diocleciano en Nicomedia, donde Constantino creció. Elena nunca se volvió a casar y vivió algún tiempo sin hacerse notar, cerca de su único hijo, que sentía un profundo respeto y afecto por ella.  Cuando murió Constancio, en el año 306, sus tropas proclamaron a Constantino como Augusto del Imperio Romano y después de eso, Santa Elena, volvió a la vida pública, apareciendo en la Corte Imperial de Tréveris en el año 312.


Tabla perteneciente al retablo gótico
de la Santa Cruz procedente de la
Iglesia de la Santa Cruz, Blesa (Teruel)
obra de Miguel Ximenez
Museo de Zaragoza

En esta época aún no hay certeza histórica de que su madre fuera cristiana. Sí, cuando -por testimonio de Eusebio de Cesarea- aparezca sobre el sol el signo de la cruz con motivo de la batalla de Saxa Rubra y la leyenda "con este signo vencerás" que dio el triunfo a Constantino y lo hizo único Emperador de Roma, en el 312, del cual hablaremos en otro artículo. Aunque el emperador retrasará su bautismo hasta la misma muerte, es complaciente con la condición de cristiana que tiene su madre que daba sonados ejemplos de humildad y caridad. Incluso parece descubrirse la influencia materna tras el Edicto de Milán que prohibía la persecución de los cristianos y los edictos posteriores que terminan vetando el culto a los dioses lares.

Constantino agasaja a su madre haciéndola Emperatriz Augusta en el 325, acuña monedas con su efigie, le hace donación de muchas ciudades, le abre sus tesoros, la rodea de respeto y afecto, y le facilita levantar iglesias. En el 326 Elena está con su hijo en Bizancio, a orillas del Bósforo. Aunque se aproxima ya a los setenta años alienta en su espíritu un deseo altamente repensado y nunca confesado, pero que cada día crece y toma fuerza en su alma; anhela ver, tocar, palpar y venerar el sagrado leño donde Cristo entregó su vida por todos los hombres.



Moneda romana acuñada con la efigie de Santa Elena



Elena y los Santos Lugares.-

Santa Elena adquirió su mayor fama por el hallazgo de la Vera Cruz. Después de que Constantino la nombrara Emperatriz Augusta, le dio acceso ilimitado a las arcas imperiales, con el fin de localizar los restos de la tradición cristiana. Por lo tanto, en el año 326-328 Elena emprendió decide peregrinar a los Santos Lugares en Palestina tras haber tenido una revelación celestial, en cuyo relato se mezclan todos los elementos imaginables pertenecientes al mundo de la fábula por tratarse del desplazamiento de la primera dama del Imperio a los humildes y lejanos lugares donde nació, vivió, sufrió y resucitó el Redentor. Eusebio de Cesarea confirma que se encargó de la construcción de dos templos: la Iglesia de la Natividad, en Belén, y la Iglesia en el Monte de los Olivos, lugares de nacimiento y ascensión de Cristo. Una tradición atribuye a Elena también la construcción de la Iglesia de la zarza ardiente del Sinaí.

La leyenda del descubrimiento de la Vera Cruz por parte de Santa Elena, se originó en Jerusalén en la segunda mitad del siglo IV y se extendió rápidamente por todo el imperio. En la antigüedad nacieron tres versiones de esta leyenda: la leyenda de Elena, la leyenda Protonike y la leyenda de Judas Kyriakos. Pero aparte de todo lo que de fantástico pueda haber en los relatos, fuentes suficientemente atendibles como Crisóstomo, Ambrosio, Paulino de Nola y Sulpicio Severo refieren que se dedicó a una afanosa búsqueda de la Santa Cruz con resultados negativos entre los cristianos que no saben dar respuesta satisfactoria a sus pesquisas.

Santa Elena o Descubrimiento y
Exaltación de la Santa Cruz
Anónimo de la segunda mitad del S. XVIII
Museo de Jaén
La conocida como leyenda de Elena, fue escrita en griego y en latín y de ella hablan muchos Padres de la Iglesia y otros muchos escritores: Rufino (Hist. Eccl, 10,7-8), Sócrates (Hist. Eccl 1,17 PG 67, 117ff), Sozomeno (Hist. Eccl. 2,1-2), Teodoreto (Hist. Eccl. 1,18), Ambrosio (de obitu Theod., 40-49), Paulino de Nola (Epist., 31,4-5), y Sulpicio Severo (Chron. 2,22-34).
Según esta versión, cuando Elena llegó a Jerusalén, la ciudad cambió su nombre por Aelia Capitolina y reconstruyó lo destruido por el emperador Adriano después de la revuelta de Bar Kochba (135 dC). Para poner fin a la peregrinación cristiana Adriano había mandado construir un templo dedicado a Venus sobre el sitio de la tumba de Jesús cerca del Calvario. Hizo demoler el templo erigido a Venus en el Calvario y cavar profundamente en la montaña. Empleó a la legión romana para hacer las excavaciones y, después de haber cavado profundamente, descubrió el Santo Sepulcro, junto al cual se hallaban tres cruces. Sacadas a la luz, sólo restaba ahora la grave dificultad de llegar a determinar aquella en la que estuvo clavado Jesús. Relatan que el obispo Demetrio tuvo la idea de organizar una procesión solemne, con toda la veneración que el asunto requería, rezando plegarias y cantando salmodias, para poner sobre las cruces descubiertas el cuerpo de una cristiana moribunda por si Dios quisiera mostrar la Vera Cruz. El milagro se produjo al ser colocada en sus parihuelas sobre la tercera de las cruces la pobre enferma que recuperó milagrosamente la salud. Todo esto hace que se considere a santa Elena una de las primeras arqueólogas reconocidas por la historia. Tras esto, mandó construir allí el primer templo dedicado al Santo Sepulcro y otro en el Monte de los Olivos. Santa Elena también encontró los clavos de la crucifixión, y con el fin de proteger a su hijo en las batallas, colocó uno de ellos en el casco de Constantino y otro en la brida de su caballo.

Elena salió de Jerusalén y de las provincias orientales en el año 327 para volver a Roma, llevándose con ella parte de la Vera Cruz y otras reliquias que se guardaban en la capilla privada de su palacio; estas reliquias aún se pueden ver en la Basílica romana de Santa Cruz en Jerusalén. Tres partes mandó hacer Elena de la Cruz. Una se trasladó a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera llevada a Roma por ella misma.


Según la leyenda Protonike, que circuló en las regiones de habla siríaca, el papel de Elena es asumido por la ficticia Protonike, emperatriz del siglo primero.

Por último, la leyenda de Judas Kyriakos, se escribió en griego, pero también se la conoce en latín y en siriaco y cuenta cómo Elena descubrió la cruz con la ayuda de un judío legendario llamado Judas, que más tarde se convirtió y recibió el nombre Kyriakos (Ciriaco). Probablemente debido a su anti-judaísmo, esta leyenda se convirtió en la versión más popular de las tres.
Capilla de Santa Elena
Iglesia del Santo Sepulcro (Israel)
Movida por un presentimiento llegó a Jerusalén, donde una antigua tradición que corría de boca en boca decía que no habiendo tenido los discípulos de Cristo ni el valor ni los medios para llevarse con ellos el leño de la Santa Cruz, ésta había sido enterrada. Frustrada, pasa a indagar entre los judíos hasta encontrar a  Judas que le revela el secreto rigurosamente guardado entre una facción de ellos que, para privar a los cristianos de su símbolo, decidieron arrojar a un pozo las tres cruces del Calvario y lo cegaron luego con tierra. Recurrió a la oración, consultó a los cristianos, hizo venir a sabios judíos, y todos convinieron unánimemente en que la cruz se hallaba en el mismo lugar en que Jesucristo había sido crucificado.

No han faltado autores que atribuyan a la fábula el hecho de la invención por Elena basándose principalmente en que no hay noticia expresa de tamaño acontecimiento hasta un siglo después. Ciertamente es así, pero lo resuelven otros estudiosos afirmando que la fuente histórica que relata los acontecimientos es el historiador contemporáneo Eusebio de Cesarea al que en su Vita Constantini sólo le interesan los acontecimientos realizados por Constantino, bien porque sigue los cánones de la historia contemporánea, o quizá porque sólo le interesa adular a su anfitrión.

Según una tradición, Elena adquirió la Santa Túnica en su viaje a Jerusalén y la envió a Tréveris (Trier), donde se supone que está junto a la reliquia del cráneo de la Santa. Por último, otra tradición dice que Santa Elena encontró también las reliquias de los Reyes Magos, que estuvo primero en posesión de la familia imperial y que más tarde fueron dadas como regalo a San Eustorgio, obispo de Milán. Después de estar varios siglos en Milán, el emperador alemán Federico Barbarroja las llevó a la Catedral de Colonia.
Durante toda su vida, ella dio muchos regalos a los pobres presos, a los que liberaba y vestía modestamente, mezclándolos con el pueblo llano.


Santa Elena murió en el año 330, poco después de su viaje a Oriente, en presencia de su hijo Constantino (Euseb., Vita Const., 3,46). Su hijo Constantino dispuso trasladar sus restos con gran solemnidad a la Ciudad Eterna para ser enterrada en el mausoleo de Elena, en las afueras de Roma en la Via Labicana y parte de ellos se conservan en la iglesia Ara Coeli, dedicada a Santa Elena. El sarcófago de pórfido rojo, que contenía sus restos, se encuentra ahora en el Museo Pío-Clementino del Vaticano.


La celebración de Santa Elena.-

Sarcófago de la Santa
Museos Vaticanos, Roma (Italia)
Santa Elena fue honrada inmediatamente después de su muerte. Eusebio de Nicomedia, Canciller Imperial la calificó de “digna de eterna memoria”, San Ambrosio, la llamó “una gran dama” y San Paulino de Nola, en sus poemas, alaba su gran fe.
En la tradición occidental, Santa Elena es la patrona de la ciudad de Frankfurt y Basilea, de las ciudades inglesas Abingdon y Colchester y de las diócesis de Trier, Ascoli, Bamberg, Pesaro y Frankfurt. Ella es la protectora de los tintoreros y de los fabricantes de agujas y clavos, pero también es la santa patrona de los nuevos descubrimientos, a causa de la campaña en Palestina.
En la tradición oriental, a menudo se la considera como una persona que ayuda a los campesinos para obtener buenas y abundantes cosechas.

A Santa Elena se han dedicado muchas iglesias, monasterios y otros lugares sagrados. En la Gran Bretaña (donde una leyenda posterior, mencionada por Enrique de Huntingdon, afirmó que Elena era hija del rey británico Cole de Camulodunum) por lo menos están dedicadas a ella veinticinco pozos santos.
En Polonia, el lugar más común asociado a la Santa Cruz y a Santa Elena, es un monasterio y su iglesia de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, situados en la montaña Lysa Góra. En el cristianismo oriental hay muchos monasterios e iglesias dedicadas habitualmente a los emperadores Constantino y Elena. La catedral patriarcal de Bucarest tiene a estos santos emperadores como sus santos patrones.

En el calendario ortodoxo, Santa Elena, se celebra junto con su hijo el 21 de mayo (3 de junio en el calendario juliano), y a ese día se le llama “la fiesta de la Santos y grandes emperadores Constantino y Elena, iguales a los Apóstoles”. Del mismo modo, las iglesias anglicanas y algunas iglesias luteranas mantienen la misma fecha de su festividad que en Oriente. Su día de fiesta en la Iglesia Católica Romana es  el 18 de agosto. En la Iglesia Ortodoxa Copta se celebra el 9 de Pashons.


Iconografía.-

En la iconografía de Oriente, Santa Elena, lleva vestimenta imperial, con la corona en la cabeza, vestida con ricos ropajes y con un pañuelo blanco en la cabeza. Siempre está acompañada por una cruz y a menudo es representada y celebrada junto con su hijo Constantino.
También es uno de los personajes principales representados en el icono de la Exaltación de la Santa Cruz (fiesta el 14 de septiembre), junto con el arzobispo Macarios de Jerusalén.

En el arte sacro de Occidente, Santa Elena, se asocia siempre con la cruz, los tres clavos y con un escultura de la iglesia. Ella es representada como una mujer mayor vestida con un traje imperial.

Mosaico ortodoxo ruso de los
Santos Constantino y Elena
Catedral de San Isaac, Moscú (Rusia)
Santa Elena obra de José Navarro Arteaga
Retablo de Ntro. P. Jesús de las Penas
Hdad. de la Estrella, Triana (Sevilla)


















Bibliografía y fuentes:
- "Santa Elena emperatriz" - Mitrut Popoiu
- "Santa Elena" Archidiócesis de Madrid
- "El retablo gótico de la Santa Cruz, de Blesa, Teruel"- Javier Lozano Allueva - blesa.info
- "Santa Elena o Descubrimiento y Exaltación de la Santa Cruz" - iaph.es
- hermandad-estrella.org

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