Creo que todos los costaleros del Calvario, por haber sido la mayoría en algún momento costaleros de Jesús Nazareno, tenemos un enorme cariño hacia El Venerable Padre Cristóbal de Santa Catalina. Don Teodomiro nos lo presentó de la siguiente manera:
Con motivo de la epidemia, y ansioso de consagrarse a la asistencia de los enfermos, bajó a Córdoba un siervo de Dios llamado el hermano Cristóbal de Santa Catalina, quien buscaba un sitio donde edificar el hospital que él se había propuesto. Fijose al fin en esta ermita, la pidió al obispo don Francisco de Salizanes, y concedida en el año 1673, principió la obra el día 11 de febrero, casualmente Miércoles de Ceniza, y en seguida a admitir enfermas, con gran placer de los cordobeses, quienes empezaron con largueza a contribuir a tan recomendable y piadosa obra. Entonces instituyó las dos congregaciones de hermanas y hermanos, las primeras para la asistencia de las enfermas y cuidado interior del establecimiento, y los otros para las faenas impropias de aquéllas, póstula y cuidado de iglesia y portería.
Entre los primeros que acudieron a asociarse al venerable Cristóbal figura el hermano Pedro Sandín, incansable en el trabajo y la oración; murió en 1678 con gran fama de virtuoso. La primera hermana fue Juana María de San José, que con su ejemplo y buenas acciones contribuyó tanto a la instalación de aquella comunidad. De ella nacieron las que hay en otros hospitales de esta provincia, rigiéndose todas por las reglas del de Jesús Nazareno de Córdoba, que reformó el rector y capellán don José Capilla, aprobándolas el obispo don Pedro de Salazar en 26 de abril de 1740.
El hospital siguió su marcha, cada vez con más crédito, y en 24 de julio de 1690, a la una y media, falleció el venerable Cristóbal de Santa Catalina, el mismo día que cumplía 54 años de su edad, siendo asistido por el beato Francisco de Posadas.
La gran fama que alcanzó de santidad hizo que todos los cordobeses acudieran a ver su cadáver y tocar en él sus rosarios, disputándose como reliquia cualquier objeto que le hubiese pertenecido. Hiciéronle un entierro, al que asistió una gran concurrencia de todas las clases sociales y costeó la Ciudad, comisionando al efecto al veinticuatro don Jerónimo de Acevedo, a excepción de un rico ataúd que costeó un devoto, y sin estar el cuerpo presente, pues para evitar confusión lo inhumaron aquella madrugada en un hueco en la pared de una celda contigua a la iglesia, de donde en septiembre de 1694 se exhumó para colocarlo en el lugar en que yace, delante del altar mayor de la iglesia, en una caja de plomo, dentro de otra de encina sellada con el del cardenal Salazar, quien asistió a esta ceremonia en unión del beato Francisco de Posadas, don fray Manuel de Torquemada, obispo de Bairut, auxiliar del cardenal, y de otros muchos racioneros y personas distinguidas.
Cubrióse el hueco con el epitafio siguiente, recuerdo digno del venerable fundador de aquella casa: Aquí yace el V. P. Cristóbal de Santa Catalina, Pbro., fundador de esta Santa Casa de Jesús Nazareno, que nació en Mérida en 25 de julio de 1636 y murió en esta Casa á 25 de Julio de 1690.
Grabado del Padre Cristóbal. Pág.14 de "Breve historial narración del principio y progresso del Hospital de Jesús Nazareno, de esta ciudad de Córdoba, que a Gloria de Dios, y bien de sus almas, erigió su venerable siervo El Padre Christobal de Santa Cathalina [...]. Impreso en Córdoba, en la Calle del Císter, año de MDCCXL"
Pues sólo queda por decir que el próximo sábado, vísperas del día de Santiago, conmemoraremos el aniversario de la muerte del Padre Cristóbal de Santa Catalina.
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