A ti, Arcángel
bendito, muro santo,
Que a Córdoba
preserva de los males,
Manteniéndola
intacta y sin quebranto,
De tormentas y
pestes muy fatales;
Rafael mío, a
quien mis ansias tanto,
Se apropian tus
favores especiales,
Mío te llamo,
porque fiel confío,
Que por ser
Cordobés, has de ser mío.
Texto: Manuel Antonio Ramírez y Góngora. 1795
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