jueves, 6 de diciembre de 2012

La tonalidad rosácea en el misterio de la Sagrada Entrada en Jerusalén de Sevilla

Vamos a adentrarnos en una curiosidad mil veces vista, pero a su vez nimiamente analizada, como es el caso del singularísimo exorno floral que adereza las majestuosas andas del paso de la Sagrada Entrada, como gusta llamarlo en Sevilla, de la por otra parte imponderable cofradía del Amor.

La tonalidad de los colores dentro de la Iglesia se encuentra llena de contenido simbólico. No resulta baladí para la misma, desde que por razones meramente pastorales, el Papa Inocencio III (1198-1216) desarrolló un sistema unitario de colores para uso litúrgico, fundamentándose principalmente en las interpretaciones alegóricas de los colores y las flores mencionadas en las Sagradas Escrituras, especialmente en el Cantar de los Cantares perteneciente al Antiguo Testamento.



De esta forma, en tiempo de Pascua y todas las Fiestas del Señor (Corpus, Jueves Santo desde el 1 al 7 de enero, Navidad, etc.) se utiliza el blanco; en tiempo ordinario el verde, por ser el color de la esperanza, piensa que es el tránsito de un tiempo litúrgico a otro; en adviento y Cuaresma el morado; Domingo de Ramos y Viernes Santo el rojo, color de de luto en la Iglesia desde noviembre de 1955, pero también de Realeza y Sacramental (este último utilizado por privilegio especial en la Archidiócesis de Sevilla (la propia Sevilla y por extensión en sus diócesis sufragáneas de Huelva, Cádiz y Jerez-Asidonia), de aquí que los empleemos en los cortejos sacramentales a pesar del blanco, la tonalidad puramente eucarística (Corpus y Jueves Santo).

Pero existe una quinta tonalidad dentro de la rica liturgia de la Iglesia, la rosácea, empleada en el tercer domingo de Adviento y cuarto de cuaresma, Dominica Laetare, en conjunción con el morado. Al ser tan largo este tiempo litúrgico, la propia Iglesia establece la utilización del color rosa para el cuarto domingo de Cuaresma, como mitigación de esa penitencia y que no sea tan severa, pues no es más que un morado clarito o bien una mezcla entre el morado penitencial y el blanco de la Pascua.  Supone pues, una insinuación de la Pasión. Hoy día, esta tonalidad cromática apenas se utiliza, pero todavía podemos ver el cuarto domingo de cuaresma en cofradías de solera acreditada como el Gran Poder o la Macarena, como el sacerdote se reviste con casulla de esta curiosa tonalidad cromática, para el caso de la segunda coincide con la Función a la Virgen de la Esperanza. De igual modo, podemos ver este color en las tardes de noviembre, en un tono salmón pero de idéntica significación en los mantos de La Virgen de Todos los Santos, obra brocada del XIX así como en el de la Virgen del Amparo, obra de Manuel María Ariza de 1851.



Siempre nos hemos preguntado el porqué de la tonalidad rosácea en el ornamento floral del misterio de la Borriquita en Sevilla, hoy tan tradicional por otra parte. La respuesta la tenemos en lo dicho anteriormente pues, con enorme acierto, atendiendo a esta licencia cuaresmal establecida por la propia Iglesia, y a pesar de no ser el cuarto de Cuaresma y sí el de Ramos, su Hermandad del Amor decidió colocar este friso de claveles rosas para el primero de sus pasos al ser un pasaje evangélico con matices gozosos dentro de una institución meramente penitencial.  Por lo que su penitencia es más moderada en este caso, máxime cuando tantos niños que a primeras horas de la tarde acompañan a las hermosas, clásicas y barroquísimas andas que aperturan las Estaciones a la Catedral.

La utilización primera de esta flor, tiene que ver con el estreno del actual paso, para mi una de las mejores canastillas que procesionan en Sevilla, curiosamente sin dorar y el Martes Santo de 1945, pues fue aplazada la procesión a causa de la lluvia, estando las andas tal vez eclipsadas por el paso del Cristo Amor.

Si bien al principio se exornó con flores oscuras, es a comienzos de los cincuenta cuando ya aparecen en un tono más claro, desembocando en los actuales claveles rosas, coincidiendo con años de grandes reformas en la hermandad del Amor.

Son esas alegorías escondidas que hacen grande a una cofradía y a una hermandad en concreto, por lo que dejaremos una más para acabar. Es típico el sonido de las campanitas de este paso que cuelgan del cuello de la borriquita. Pues bien, estas nueve campanitas, representan a los 9 apóstoles que no están en la escenografía de este misterio de la Sagrada entrada en Jerusalén, pues si les sumáramos las figuras de los Santos Pedro, Juan y Santiago, nos daría el famoso doceno apostólico.

(Juan Fernández - "Tras el Altar")

3 comentarios:

  1. Enhorabuena por este artículo, muy bueno. Había escuchado algo sobre el tema de los colores pero no sabía nada del rosa. Todos los días se aprende algo

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  2. Magnífica entrada, Dani. Enhorabuena.
    Pero permíteme una pregunta al respecto de los colores. ¿Que significado tiene el color verde de los ciertos del misterio de Afligidos de Puente Genil?
    Enhorabuena y gracias por tus aportaciones.

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  3. Gracias hermanos. En cuanto al color verde de los cirios en Afligidos es debido a que en sus orígenes la Hdad. de la Santa Cruz tuvo un marcado carácter de Veracruz. Tras la reorganización de la misma en 1982 se utiliza el color verde en la cera en memoria de esto.

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