Cuando don Teodomiro comienza su particular paseo por el barrio de San Lorenzo, y tras la magnífica introducción que ya trajimos a este blog, lo hace estableciendo en la parroquial el centro de su recorrido.
Como no podía ser de otra manera, San Lorenzo fue del gusto de nuestro esquisito cronista, definiéndo nuestro precioso templo de de la siguiente manera:
Después de la conquista aparece ya entre las catorce parroquias erigidas por San Fernando, llevando el título de San Llorente, Laurencio o Lorenzo, que es igual. Su construcción parece muy antigua y es gótico-bizantina. Su torre, hasta la altura de la nave parece un torreón antiguo, y pudo muy bien ser la desmochada, y desde allí es de construcción mucho más moderna, por cierto muy gallarda y con arcos para doce campanas, aunque sólo cuenta cinco; el segundo cuerpo tiene los ángulos cambiados, dándole cierta originalidad que la distingue de todas las demás torres de su clase.
Este templo tiene tres puertas iguales en su orden, y la principal no luce tanto, porque con posterioridad le formaron un pórtico o galería con cinco arcos, tres al frente, de los que sólo existe abierto uno, y otros dos a los costados, o sea, a las calles Mayor y entrada a la de la Banda o Cementerio Viejo. Por cima y ocupando el centro de la fachada tiene un magnífico rosetón primorosamente labrado, y en él la siguiente inscripción: Acabóse año 1555, siendo Rector y Obrero el Licenciado Álvaro Ruiz de Torres. Esta lindísima obra del arte, bien sola o bien con toda la fachada, figura en muchos periódicos y obras ilustradas, como El Semanario Pintoresco, El Museo de las familias. Recuerdos y bellezas de España y otras no menos importantes.
Antes de esta reforma toda la pared de su imafronte era completamente lisa, dándole al edificio una gravedad encantadora. En él todo es bello y caprichoso, pues hasta las ventanas de las naves laterales tienen una figura extraña, sin parteluz y con unos rosetoncillos en sus vértices, como sujetos por unos cordones ondulantes.
El expresado pórtico tuvo abiertos los tres arcos de frente, y por ellos se veía desde la calle de Santa María de Gracia el farol que alumbraba a un Jesús atado a la columna, San Lorenzo y San Roque que hubo pintados al fresco en la pared, y cuya luz costeaba una señora de la familia de los marqueses de la Granja que vivía en la casa que ocupó el solar que conocemos aún por el Cuartel de la Piedra azul, la que desde su balcón rezaba a aquellas imágines de su particular devoción. Primero desapareció la casa, y casi mediado este siglo, la pintura de que hemos hecho mérito.
Foto: Fototeca Archivo Municipal de Córdoba
Con esta magnífica obertura de la iglesia de San Lorenzo, comenzamos nuestro viaje por la iglesia que cada Miércoles Santo abre sus puertas para Gloria de Córdoba.
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