Cuando decimos que Nuestro Padre Jesús del Calvario es el vecino más antiguo del barrio, tal vez no seamos realmente conscientes de que la imagen a la que rezamos cada Domingo, es la misma a la que rezaron los que antes que nosotros, elevaron sus miradas en la misma dirección.
De igual manera, cuando seamos llamado a disfrutar de la Gloria Eterna de su presencia, otros después que nosotros seguirán depositando sus oraciones a los pies de quien hoy nos reconforta a nosotros.
Él, solo Él, será quien haya vivido cada oración, cada rezo, cada petición... por mucho que hayamos cambiado los que a Él nos acercamos. Y muestra de ello son las palabras de don Teodomiro, quien definió de la siguiente manera los altares y capillas de nuestra querida iglesia de San Lorenzo.
En la capilla mayor había varios enterramientos de familias ilustres, como el de Pedro Velasco y sus descendientes, fundado en 1460; el de los Muñones de Velasco; el que formó el capitán don Francisco Ortiz de Zúñiga y Alarcón, a los que después representaban los Aguayos, Sotomayores y Zúñigas; y en el lado del evangelio, el de los Pinedas del Valle de Carranza, reedificado muchos años después por don Juan Gómez de Pineda, de la orden de Santiago.
Los altares colaterales son de talla, dorados y churriguerescos; el del lado de la epístola está dedicado a San Lorenzo y es de patronato de los Garcías de Paredes, y el del evangelio, a la Virgen de los Remedios, que tuvo una numerosa cofradía cuyas reglas aprobó el cardenal Salazar en 1692.
La nave de este lado forma capilla con un altar en que se da culto a un gran Crucifijo de escultura, con San Juan y la Magdalena pintados al fresco, formando un contraste extraño, y si se quiere hasta ridículo. En otros dos altares de esta nave se venera a San José y San Antonio.
La nave de la epístola forma también capilla dedicada a Jesús Nazareno, con la advocación del Calvario, del que cuida una hermandad, con aprobación del señor Siuri, y por cima otra escultura muy antigua que representa a San Roque. La primera de estas dos imágenes era sacada y llevada procesionalmente todos los años, en la tarde del Domingo de Pasión, al egido llamado el Marrubial, donde, subiéndolo al Calvario, echaba la bendición al campo. Después le variaron la carrera por la población, y últimamente forma parte del Santo Entierro los años que éste se efectúa. El retablo se le doró en 1785, siendo hermano mayor Salvador Manosalbas. Esta capilla es patronato de los Serranos y Tobosos, quienes tienen en ella enterramiento.
Muy cerca se ve otra capilla, completamente gótica, dedicada a sagrario, y con parte de su bóveda pintada al fresco. Tiene tres altares, uno para el depósito con una Concepción y dos apóstoles, esculturas muy antiguas; en los otros dos, hechos en 1594, hay un Niño Jesús y un San Nicolás de Bari. Esta capilla se llamaba de Nuestra Señora de la Antigua, era propiedad de los Minayes y tenía antes los nombres de sus fundadores, de lo que últimamente sólo se podía leer: Veinticuatro de Córdoba y Leonor de Escabias.
La cofradía del Santísimo, allí establecida, conserva sus reglas escritas en pergamino y aprobadas en 13 de junio de 1538 por el provisor, licenciado Fernando Morante, siendo obispo de Córdoba don Pedro Manrique. Creemos, sin embargo, que las sacramentales son más antiguas de lo que en general aparece. Se le ha unido en estos últimos años la cofradía de Ánimas, su contemporánea, puesto que en 29 de noviembre de 1545 le fueron aprobadas las reglas. En éstas encontramos que por ellas se regían también las cofradías establecidas en los hospitales de San Martín, ermita de las Montañas y el de San Sebastián que hubo en la plazuela del Cementerio Viejo, según los linderos que fijan a otra casa en una escritura de venta otorgada en 25 de septiembre de 1519 ante Francisco Fernández Maquedano. En otros documentos del siglo XV se habla también de ese hospital y de los de Santa Catalina y santa María de las Huertas, en el barrio de San Lorenzo, pero sin fijar el sitio, que aún no hemos aclarado.
En esta parroquia se venera una reliquia de su titular, que se expone al público en su día.
Los libros parroquiales principian, los de bautismos en 1568, los de matrimonios en 1571, y los de defunciones en 1636.
Curiosísima la referencia que Ramírez de Arellano hace de las salidas de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Calvario como componente de la procesión oficial del Santo Entierro (cuando se efectuaba). Más adelante comentaremos esta relación a lo largo del S XIX y principios del XX, aunque hasta entonces, seguiremos disfrutando de los Paseos por San Lorenzo.
"La nave de este lado forma capilla con un altar en que se da culto a un gran Crucifijo de escultura, con San Juan y la Magdalena pintados al fresco, formando un contraste extraño, y si se quiere hasta ridículo".
ResponderEliminarTiene guasa Don Teodomiro