jueves, 25 de febrero de 2010

Paseos por San Lorenzo (Episodio VII: Calle Santa María de Gracia)

     Cada Miércoles Santo, la Cruz de Guía de la Hermandad del Calvario abandona la plaza de San Lorenzo camino de la Catedral, a través de la calle Santa María de Gracia. Esta calle, único recuerdo del convento homónimo y desgraciadamente desaparecido para pena de todos los cordobeses, se mostraba a finales del S. XIX de la siguiente manera:


Desde este punto hasta el Realejo, en que se corta el barrio, hay una calle que, según algunos autores, es tan antigua que alcanza a los romanos. En la actualidad se llama de Santa María de Gracia, por el convento de esta advocación. Tiene varias afluentes que debemos ir anotando.
Primera, calle de los Pleitineros, que desemboca en la plazuela de los Caballos; tomó el nombre de unos de ese oficio que vivieron en ella, y antes se llamó de los Carretones. Segunda, de la Cruz, que desemboca en la de Abéjar, y se llamó así, perdiendo el título de Horno de Hoces que tuvo -por el que hay en ella y era de dichos señores-, como éste sustituyó al de Juan de Velasco, jurado de aquel barrio, por una gran cruz que tuvo hasta 1841 en la esquina de una calleja sin salida que tiene y llaman de los Puchinelas, sin duda interpretando mal su título, que es de la Pichelera, por vivir en ella una mujer que se ocupaba en hacer picheles, especie de vaso de metal muy usado en otros tiempos. La tercera es una calleja sin salida que ha ido variando de nombre, según las personas que en ella han vivido: ahora se llama de Peña, antes de Doña Francisca, y primero de Lesma, apellido ilustre que ya no aparece en esta ciudad. Cuarta, Portería de Santa María de Gracia, por encontrarse ésta en ella, y da paso a la plazuela del Juramento o de San Rafael. Y quinta, la del Verdugo, que generalmente achacan a haber vivido en una de sus casas el ejecutor de la justicia, lo que es una vulgaridad, pues éste tenía su morada cerca de la cárcel; el verdadero nombre es de Pedro Verdugo, uno de los dueños que ha tenido la casa que llaman Cuartel de la Piedra azul, y fue la solariega de los marqueses de la Granja, tomando este nombre de una losa azul que aún se ve en su fachada, y por haber servido de cuartel en varias ocasiones, después que aquel mayorazgo recayó en personas ausentes de Córdoba.
En la casa número 108 falleció de una afección al hígado y casi repentinamente don Joaquín Hernández de Tejada, citado al ocuparnos del cementerio de San Rafael. Esta casa creen algunos que fue hospital, porque así se dice tradicionalmente; tal vez sería alguno de los dos cuyo sitio no hemos podido designar.

2 comentarios:

  1. Tras leer el séptimo capítulo llego a la conclusión que ese hombre merece una escultura.

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  2. Si te refieres a Teodomiro, cordobés donde los haya (aún habiendo nacido en Cádiz; y es que como dicen en algunos sitios, los cordobeses nacemos donde queremos).

    La labor de recopilación, documentación y divulgación de esta obra, tal vez no tenga comparación.

    Te imaginas hacer esto hoy en día?... Sin internet????

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