jueves, 18 de febrero de 2010

Paseos por San Lorenzo (Episodio III: La Iglesia de San Lorenzo II)

     Cuando cada Miércoles Santo las puertas de nuestro querido templo se abren, dejando entrar por su dintel los rayos de vida que, en forma de luz, iluminan el suelo mil veces pisado por los devotos del Señor de la Dulce Mirada, San Lorenzo se convierte una vez más en el centro no sólo de su barrio, sino de Córdoba entera. Los balcones de la coqueta plaza se vuelven al paso del Hijo de Dios, quien se reafirma como corazón de la Córdoba Cofrade que lo corona a su paso.

     Sin embargo, durante la Estación de Penitencia, San Lorenzo queda a oscuras y en silencio. Pudiera ser un buen momento para contemplarla, afónica y desnuda, a la espera de su vecino más antiguo. Sosiego, quietud y descanso durante el camino de Jesús hacia el Calvario. Siempre en reposo, San Lorenzo a su Rey espera.

     Y seguramente así, en silencio y sin prisa, es como debió visitar don Teodomiro nuestra parroquial de San Lorenzo, cuyo interior, describió de la siguiente manera:


El interior es también gótico-bizantino; aunque ha perdido mucho, conserva aquel carácter en las capillas mayor y en la del Sagrario, así como en otra que está incorporada a la sacristía con el título de la Magdalena, en la que tienen enterramiento sus patronos los marqueses de Villaseca, por haberla fundado don Pedro Fernández de Valenzuela. A ella se trasladaron los restos encontrados en la iglesia de los Mártires, en la Ribera.

El retablo principal es también gótico y uno de los mejores de Córdoba, en su forma y detalles, sin que podamos asegurar cuándo fue construido, y sí que lo doraron a mediados del  siglo XVIII, según una inscripción. Por cima del tabernáculo tiene una escultura que representa el titular, más arriba un Crucifijo, y a los lados, lienzos en que están pintados San Juan, la Magdalena y varios pasos de la vida de San Lorenzo, al parecer todos de algún mérito artístico.

Un manuscrito antigua que hemos examinado hace una sucinta reseña del crucero, y por cierto que en nada se asemeja a lo existente. Dice: "En el crucero de esta iglesia, que es de suntuosa fábrica y labor de madera, donde está un Santo Cristo Crucificado, Nuestra Señora y Señor San Juan y dos escudos de armas de Obispo; y en el cuerpo del crucero toda la Pasión, y á otros dos lados los Profetas Menores Simeón y Hieremias, se halla esta inscripción:

::REGNANTES LOS MUY CATHÓLICOS PRINCIPES DOÑA JUANA Y DON CÁRLOS SU HIJO, SIENDO OBISPO DE CÓRDOBA EL M. ILLMO. SEÑOR DON ALONSO MANRIQVE, SE ACABÓ ESTA OBRA EN EL AÑO DE M. D. XVII. POR EL MES DE JVLIO".

Según esta inscripción, los escudos de armas debían ser los del señor Manrique; pero ni la más pequeña señal existe de ellos ni de los demás que antes copiamos. Sin duda desaparecerían en tiempo de don Leopoldo de Austria, cuando se hizo el rosetón y la torre, y se reformó todo el interior de la iglesia, en perjuicio de las artes y la historia.

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