viernes, 18 de junio de 2010

Paseos por San Lorenzo (Episodio XXV: la calle de los Frailes)

Regresamos al barrio para una vez visitado el antiguo convento de Santa María de Gracia, o de los Padres de Gracia, retomar el camino de San Lorenzo. Y en concreto, lo haremos por la calle de los Frailes, que presentaba la siguiente fisonomía a finales del S XIX:

Salimos del convento para seguir nuestro paseo por el barrio de San Lorenzo, y ya nos encontramos en una calle larga y de regular anchura, citada en los títulos de las casas con tres distintos nombres: primero Empedrada, por haber gozado este beneficio antes que las de sus alrededores; luego de los Ciegos, por dar a ella una de las puertas del recogimiento de que antes hablamos, y según otros, porque vivió aquí una familia cuyos individuos eran todos faltos de vista; y últimamente y en la actualidad, calle de los Frailes, por los mencionados Padres de Gracia. A su mediación hubo una calleja sin salida que en el siglo XVII se le concedió a aquéllos, y aún forma parte de su huerta. En 1841 se quitaron seis u ocho cruces que había repartidas por la calle y que los vecinos adornaban el día 3 de mayo, armando muchas funciones a las puertas de sus casas.

En el día 22 de marzo de 1732 hubo una gran tormenta con granizos y varias exhalaciones; una de ellas mató en la hacienda conocida por El Higuerón a un joven llamado Juan Solano Pérez, que estaba guardando ganado, hijo de un honrado vecino de la calle de los Frailes, a donde lo trajeron para hacerle el funeral. De esta tormenta escribió un romance que se imprimió en aquel año un Miguel Notario, autor de otros trabajos por el estilo.

Al final, y ya mirando a la plazuela, hay una calleja sin salida que dicen de Buenos Vinos, apellido y no apodo de uno de sus antiguos moradores. Dentro de ésta hubo una plazuela que llamaron del Olmillo, convertida hoy en huerto.

Cuando Teodomiro Ramírez de Arellano nos cuenta que en 1841 se quitaron 6 u 8 cruces que había repartidas por la calle, cruces que eran adornadas por los vecinos cada 3 de mayo, se refiere sin lugar a dudas a la desafortunada orden decretada por el Gobernador Iznardi, quien estableció eliminar de las calles de Córdoba todo aquello que tuviera relación con la religión, como altares, crucifijos, etc, etc., y de cuya orden se libró el altar que aún hoy se conserva en la confluencia entre las calles Lineros y Candelaria, dedicado a San Rafael, y custodiado éste por los dos hermanos mártires de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria.

1 comentario:

  1. Ay!!! mi Córdoba...
    Entre Salazar, Cirarda, Trevilla, Iznardi... lo que me extraña es que aún quede algo.

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