miércoles, 20 de octubre de 2010

Todo vale

Se designa con los términos de prensa amarilla a aquella prensa que se caracteriza por presentar y privilegiar aquellas informaciones e imágenes en las que abundan los accidentes, la sangre, los crímenes, eladulterio, los enredos políticos y los escándalos que muy asiduamente protagonizan los hombres y las mujeres del espectáculo, ya sea los provocados y generados por ellos mismos o aquellos que claro cuentan con el auspicio, la producción y la imaginación de este tipo de prensa.
Esta definición, tomada de Internet, con algunos incisos parece bastante aplicable a la situación actual de gran parte de la prensa en general, fruto, tal vez, de una posmodernidad en la que relativismo y nihilismo se dan la mano para aplicar la máxima del “todo vale”. El magisterio de la Iglesia ha denunciado continuamente los peligros que la sociedad actual atesora con fervor, intentando ocultar sus propias carencias en el terreno de los valores y de una escasez preocupante de conocimiento. Un peligro que, en algún momento, puede reducir a la nada siglos de pensamiento.
El periodismo dentro de las cofradías debería tender a denunciar esas tendencias como parte integrante del seno de la Iglesia. Nada más lejos de la realidad. Por desgracia, en los diversos estratos sociales abundan personalismos, vanidades o egos poco resueltos, imbuidos por esas corrientes posmodernas. Y, entonces, nos ataca el aforismo, todo vale. Sostiene un catedrático de periodismo que la desinformación, la narración de una parte fraccionada de los hechos y la opinión amparada en la ignorancia jalonan periódicos, radios y la red. Desgraciadamente, esas mismas “virtudes” se hallan en una parte de los medios de nuestra ciudad, considerando medios lícitos blog, sitios web o programas dirigidos por quienes no ostentan títulos que tan siquiera se acercan, ni de forma limítrofe, al de Ciencias de la Comunicación.
Es cierto que hay valores que la universidad o un certificado no pueden ofrecer ni son garantía. Existen grandes comunicadores que no poseen un resguardo que los acredite y, sin embargo, nadie duda de su valía ni de que hacen de la verdad su meta a la hora de exponer una noticia y de la honradez su bandera a la hora de opinar. No obstante, la democratización que trajo la world wide web abrió la puerta oscura que otorga voz al aficionado con pretensiones.
En ese momento, las ambiciones frustradas salen al desagüe de lo público, destinado a un público ansioso de pan y circo propio de un coliseo en ruinas. Puedo entender –que jamás compartir- ciertas motivaciones sensacionalistas cuando producen un beneficio económico suculento. Me resulta más complejo descifrar como se puede imitar por el simple placer de obtener un beneficio que no pasa más allá de dos o tres fotos en los medios al año. Una merced exigua por renunciar a la ética. Y me explico.
Se imitan formas y maneras aprendidas de los mayores que, en este caso, como el hijo menor está en fase de aprendizaje, confunde lo malo con lo bueno y se visten con un traje de sastre con las medidas de otro más alto, más fuerte y más experto. Por ello, se editan informaciones y opiniones sesgadas, interesadas contra personas e instituciones a las que se pretende censurar para cubrir la sede vacante, sin comprender que, ese asiento queda expuesto a una maldición que le será devuelta como un eterno retorno, pues las críticas volverán a ser lanzadas por nuevos aspirantes.
En conclusión, se imita y se potencia códigos morales discutibles, pero, tal vez, a alguien le quede la duda de si, en democracia, la sociedad por sí misma puede autoimponerse un código distinto para cada individuo y estas consideraciones participen de esa misma perversión.
Gastón de la Bastilla

1 comentario:

  1. Sinceramente impresionante. La realidad cofrade cordobesa del momento, no se puede explicar mejor. Mas de uno debia de leerlo y meditarlo. Sobre todo gente tras los "arcos".

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