Nuestra Señora del Mayor Dolor se muestra en estos días ataviada con la indumentaria de hebrea, estampa típica de nuestras dolorosas durante la Cuaresma.
Nuestra Señora del Mayor Dolor portando el manípulo de los Costaleros de su Hijo |
Sin embargo, este año Nuestra Señora lleva un elemento nuevo que la distingue de todas las demás, pues en sus manos descansa el manípulo que la Cuadrilla de Costaleros de Nuestro Padre Jesús del Calvario le donó en su último Triduo, allá por octubre.
Y como rezaba el texto previo a su presentación, aquel en el que recordamos al Padre Cué cuando le decía a la Virgen:
¡Si yo pudiera, Señora,
ser también paso de palio...!,
De mis dos brazos te haría
los varales cincelados.
De mis ojos luz de cirios.
Jarras de plata mis manos.
Con el oro de mis versos,
-todo un poema-, tu manto.
Mi juventud volandera
flecos y borlas del palio.
Y con mi sangre, brazadas
de claveles encarnados.
Mis dos pies, los costaleros
poquito a poco, allá abajo.
Y mi corazón delante,
como capataz del paso.
Y el alma…, esa, la pondría,
-pañuelo blanco- en tus manos,
porque enjugaras tus lágrimas
y yo bebiera tu llanto…
¡Si yo pudiera, Señora,
ser también paso de palio!
Así pues, Señora, Madre del Mayor Dolor, los costaleros de tu Hijo, en esta Cuaresma más que nunca:
En tus manos ponemos nuestra alma,
en tus manos ponemos nuestro amor.
Nuestra Señora del Mayor Dolor portando el manípulo de los Costaleros de su Hijo |
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