Entrevista a don Fernando Chiachío Romero

Con la autorización de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, y tras haberlo anunciado hace varios días, procedemos hoy a trascribir el texto íntegro de la entrevista a don Fernando Chiachío Romero, publicada el pasado 27 de febrero en la página web de la propia Agrupación:

Enlace a la Entrevista www.hermandadesdecordoba.com

Fernando Chiachío: "El capataz es solamente un servidor de la Cofradía".

A la luz de los reflejos que la luna de Nisán filtra por el rosetón que preside la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir, creció Fernando Chiachío Romero. Creyente convencido y aún mayor cofrade, ha dedicado gran parte de su vida a dar testimonio de la fe de sus mayores a través de la plasticidad que permiten las Cofradías.


Miembro de la generación que sacó a nuestras hermandades del rancio letargo al que estaban sometidas, ha trabajado siempre por y para la Semana Santa con la única recompensa esperada de sentirse parte de ella. Nazareno, costalero, prioste, capataz… pero sobre todo, como siempre remarca, cofrade, sus recuerdos nos llevan al inicio de lo que hoy es, para muchos de nosotros, nuestra particular manera de vivir la Pasión de Jesús.


Compartir esta entrevista con Fernando nos hace darnos cuenta de la enorme experiencia que atesora, no sólo en su faceta de capataz, así como de la pasión y entrega que muestra en todo aquello que hace.


-Fernando ¿Cómo comienzas en las cofradías? 
Recuerdo de muy pequeño gustarme la Semana Santa como algo innato o propio, mis primeros recuerdos son tocar el tambor en el asiento de unas sillas de madera con mi hermano y jugar a preguntarnos los colores de las túnicas de todas las cofradías con un amigo.


-El Calvario es tu hermandad de cuna. ¿Quién te acerca a ella?
A través de mi padre, que formó parte de la Junta de Gobierno de la que fue Hermano Mayor mi tío Fernando Romero, a principio de los años 70. Así empiezo a salir de nazareno durante trece años.


-Has pertenecido a la Junta de Gobierno del Calvario en varias ocasiones. ¿Qué destacarías de aquella etapa? 
Pertenecí a la Junta de Gobierno durante veinte años seguidos desde 1980 al 2000. Aquellos primeros años fueron magníficos, fue la época del resurgir de las cofradías y con la entrada de José María Gutiérrez como Hermano Mayor, la Hermandad dio un giro radical, se empezó a vivir la Hermandad todo el año, veíamos y disfrutábamos como se daban pasos agigantados, volvió a salir la Virgen de Mayor Dolor bajo palio tras veinticinco años sin hacerlo, recuerdo mi época de Prioste, la majestuosidad de los montajes de cultos, el impacto que supuso en Córdoba el nuevo paso del Señor…, excelentes años, inolvidables. Destacaría la ilusión y las ganas con la que se trabajaba.


-Aunque la mayoría te recordará delante del paso del Calvario, tus comienzos como capataz no fueron en este paso, aunque sí muy cerca. Si, en 1985 dejo de vestir la túnica de nazareno y me incorporo como contraguía del palio de la Virgen del Mayor Dolor hasta 1992, en el que hago funciones de segundo capataz en los últimos años.


-¿Cómo fue tu elección para capataz del Señor del Calvario? ¿Cómo lo viviste? 
En 1993 la Junta de Gobierno se hace eco de una serie de inquietudes que tiene la cuadrilla y decide dar un aire más actual en la forma de mandar los pasos. Lo viví con mucha ilusión por acometer un trabajo nuevo en la Cofradía, asumiendo que era una gran responsabilidad por lo que supone llevar al Titular de la Cofradía el Miércoles Santo, consciente del gran honor que ello conlleva y la preocupación de ser digno de llevar al Señor del Calvario, pero con la sensatez de saber que un capataz es solamente un servidor de la Cofradía.


-¿De quién aprendes como capataz? 
Creo que mi generación ha sido un poco autodidacta en todos los aspectos cofrades, hemos aprendido a base de observar mucho y ver muchas cofradías. Y en este terreno en particular como capataz ha sido igual, con mucha afición viendo a muchos capataces mandar y quedándome con lo mejor que uno cree que se adapta a la forma propia de mandar los pasos. Pero desgraciadamente no he tenido un maestro que me dijera “niño esto se hace así…” o un ídolo destacado a quien imitar.


-Llevas desde 1993 al frente del Nazareno de San Lorenzo. ¿Cómo has cambiado tú como capataz y cómo ha cambiado el costalero de San Lorenzo en este tiempo? 
Uno va evolucionando, no te puedes quedar estancado y la experiencia te hace estar más asentado, ver las cosas con más aplomo, descartando lo más superfluo y quedándote con lo más profundo. Y el costalero de ahora es más técnico, sabe trabajar mejor y por supuesto está más entregado a la Cofradía y a su cuadrilla.


-¿Cómo vives tu etapa como capataz de tu hermandad de Jesús Nazareno? 
Fue un regalo del Señor. Yo fui costalero de la primera cuadrilla de Jesús Nazareno, durante doce años. Allí fui de la mano de mi amigo Antonio Rubio, como en mi Cofradía no había costaleros, me ofreció pertenecer a esta cuadrilla que iba a empezar. Comenzamos los ensayos en noviembre del 79 y desde la siguiente cuaresma me hice hermano. Al cabo de casi treinta años la Cofradía se acuerda de mí para sacar al Señor. Han sido unos años muy emotivos, ya que haber sido costalero y después haber mandado en este paso ha sido algo muy grande, además con Antonio como segundo capataz mío.


-La hermandad de Villaviciosa te nombra capataz desde su primera salida procesional en 2009. ¿Cómo valora Fernando Chiachío este nombramiento y experiencia? 
Lo valoro como fruto de una trayectoria de trabajo. Para mi fue una gran alegría, pues es una Hermandad de la Parroquia y la Titular es una imagen hecha por Antonio Rubio (padre) ya fallecido, y del que me honro ser amigo de la familia.
La experiencia es enriquecedora pues es una Hermandad de Gloria de profunda religiosidad y muy seria a la hora de trabajar en todos los aspectos. Además a partir de ahí se hizo un triangulo de unión entre Villaviciosa, Calvario y Nazareno, pues hago una cuadrilla en la Hermandad con costaleros que habían trabajado conmigo en las otras dos Cofradías de Penitencia, además con el nexo común del Venerable Padre Cristóbal de Santa Catalina fundador del Hospital de Jesús Nazareno y conciliarlo de la Cofradía, que en aquellos remotos años del siglo XVII era muy devoto de la Virgen de Villaviciosa.


-Entre toda una vida dedicada a las cofradías. ¿Qué destacarías?
Yo haría una reflexión y diría que las cofradías me han servido para formarme como cristiano y como persona, que las cofradías son un camino inmejorable para llegar a Dios, pues en ellas se viven y se fomentan unos valores que te acercan a conseguir la Gracia. Las cofradías te enseñan a ser coherente entre lo que manifestamos y como debemos actuar en nuestra vida.


-En 2010 se cumplieron XXV años de la formación de la Cuadrilla de Costaleros de Nuestro Padre Jesús del Calvario. Se han llevado a cabo muchos actos, con una gran repercusión mediática muchos de ellos. ¿Con qué te quedarías? 
Ha sido una vivencia increíble, todo un año de trabajo intenso para celebrar todos los actos programados. Pero evidentemente con lo que me quedaría es con la unión, el compromiso y el trabajo de toda la cuadrilla, que si anteriormente existía, creo que el Aniversario los ha acentuado e incrementado, hasta tal punto que esta vinculación está muy por encima de solamente sacar un paso a la calle.


-Una imagen, una marcha, un sitio inolvidable. 
El Señor del Calvario en silencio en las naves catedralicias. Y permíteme otra, en el antiguo recorrido de la Cofradía, La Virgen Del Mayor Dolor por San Zoilo con Virgen del Valle de Gómez Zarzuela.


-Un sueño. 
Ser alguna vez segundo capataz de mis hijos.