OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS Y LAS MUJERES DE JERUSALEN
Te adoramos Cristo y te bendecimos,
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vendrá el día en que dirán: dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Porque si esto se hace con el leño verde, ¿qué pasará con el seco?
Jesús y las mujeres de Jerusalén |
REFLEXIÓN:
Señor del Calvario, el instinto maternal de nuestras madres le hace preocuparse por nuestro esfuerzo físico; lamentándose por el trabajo duro que realizamos. Haz Señor que la preocupación sea porque nuestro comportamiento en la vida sea acorde con tus enseñanzas y que las lágrimas por Ti sean de arrepentimiento y como acto de conversión.
PADRENUESTRO, AVEMARÍA y GLORIA
Señor pequé: Tened piedad y misericordia de mí.
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