Tras la finalización de la magnífica Custodia para la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, Enrique de Arfe fue contratado para realizar la, tal vez, más famosas de sus Custodias, con destino la vieja ciudad de Toledo. Precisamente una de las ciudades que con más celo guarda no sólo su Cutodia, sino también uno de aquellos jueves que brillan más que el sol. Y como muestra, un par de botones.
Por comentar algo al respecto, tal vez le faltaría algo de altura al paso e incluso algo de iluminación, si bien los aplausos, el acompañamiento y el cariño de los toledanos por su Custodia, hacen cualquier detalle insignificante.
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