A Rafael Sáez, Capataz de la Custodia de la Santa Iglesia Catedral de
Córdoba.
De entre todas las bondades que se le pueden atribuir, su
capacidad para no equivocarse es, tal vez, la mayor de todas ellas. Tanto es
así, que aún cuando pretendamos contradecirle,
el tiempo, dicen, lo pone siempre todo en su lugar. El tiempo. Aquel del que se
comenta que todo lo cura y al que si dejamos actuar, volveremos irremediablemente
una y otra vez a consultar.
Por ello, aquello que el tiempo nos ofrece desde más allá
de nuestro propio recuerdo, aquello que cruzó por la crítica siempre despiadada
de sus contemporáneos, que sobrevivió el recelo de los innovadores o que
simplemente se sobrepuso a los virulentos vaivenes de la moda, invariablemente
nos dispensa una manera perenne de avanzar; un seguro de vida contra la
incertidumbre de lo desconocido. Aquello que sirvió por siempre, por siempre servirá.
Hoy en día sería impensable concebir una procesión con el
Santísimo sin el acompañamiento de la Custodia de Arfe; La Vieja. Aquella que
suscitó dudas por su elevado coste y mayor ostentación, rompiendo
adicionalmente con la tradición de portar al Santísimo en custodias del tipo “Sol”.
Aquella que sacó los colores a los orfebres cordobeses por ser labrada por un jovencísimo
alemán; precisamente en la tierra de la filigrana de plata y del tan afamado
cordobán.
Sin embargo, a nadie se le ocurriría llevar la contraria
a un tiempo que, antes de habernos dado cuenta, nos convenció de que Arfe sería
parte de Córdoba como lo es su Custodia o su mezquita, Catedral. Aquel efímero
y eterno cordobés que le dio la razón al tiempo, al concebir para Córdoba uno
de nuestros mayores tesoros, que no por móvil ni por pequeño, amén de sus más
de dos metros y medio, deja de ser cada año por el Corpus, el mayor y más
valioso de nuestros templos.
Rafael Sáez Gallegos, capataz de la Custodia de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba |
El mismo tiempo que desde mediados del siglo pasado puso
a un joven Rafael como su escolta, cada mañana, tarde o novena de Corpus, bajo
la protección a su vez de Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado. En un
principio portándola con sus hermanos, para posteriormente y sólo a la muerte
de su padre, comenzar él mismo a mandarla.
Hace ya más de 60 años que el tiempo os unió, aquél que
dicen que nunca se equivoca, pero que hoy, por primera vez, del Santísimo y su
Custodia, Rafael, te separó.
El cansancio de tantos años ha hecho que éste que ahora
vivimos ya no puedas acompañarlo. Y por primera vez, desde que recuerda el
tiempo, tendrás que conformarte con escuchar las campanas desde tu hogar repicando
a su paso y esperando a que cuando la procesión acabe, yo regrese para
contártelo. Sin embargo ten por seguro que cuando yo alce la voz y diga por
primera vez: “De frente viene”, serás tú, su viejo capataz, quien una vez más a
Jesús Sacramentado estés llamando. Porque así lo quiso el tiempo durante largos
años. Y porque, abuelo, así es como tú, durante tanto tiempo, me lo has
enseñado.
David S. Pinto Sáez
El tiempo, justo juez, ha dictado sentencia y pone a cada uno en su sitio.
ResponderEliminarDavid, seguro que este año lo ha tenido más cerca que nunca.
ResponderEliminarEnhorabuena a toda la familia tan cofrade y tan amante de las tradiciones cordobesas.
Con cariño y respeto
PPV