martes, 17 de agosto de 2010

Costalero con garbanzos de Gandía


Como en el chiste de Paco Gandía, hubo garbanzos que llegaron al Patio de los Naranjos

Nos escribe el arquitecto y capataz retirado don José Ramón Rodríguez Gautier y con su venia ponemos en su nombre: «He leído con bastante extrañeza su "Tribulación de un costalero en Francos". Y digo con extrañeza por varias razones. Jamás a un costalero de una cuadrilla que yo he mandado le he prohibido salir del paso cuando una situación es tan perentoria como la que se cuenta. Tengo memoria para recordar cualquier anécdota que ocurra en mi vida y ésta hasta el día de hoy no la conocía, por lo que es bastante difícil que sin conocerla se pongan en mi boca palabras, frases y conversaciones no mantenidas por mí. No sé qué hermano del Silencio puede haberle contado esta anécdota, pero no es cierta.
»Lo más parecido que a mí me ha ocurrido fue en 1986 yendo de capataz con Salvador Perales en el paso de Jesús Nazareno. El costalero en cuestión, ya fallecido, Domingo Nogales Piña, costalero de última trabajadera y muy conocido y querido por todos los que componíamos la cuadrilla y que durante muchos años cumplió en una trabajadera tan difícil como es la última del paso de Jesús Nazareno. Antes de entrar en la Catedral, Domingo da aviso al contraguía para que me acerque a la última trabajadera, cosa que hago de inmediato y con el mayor sigilo posible. Una vez allí me dice que se encuentra mal y que tiene que ir al servicio y le contesto que lo voy a consultar con Salvador Perales, que espere un momento. Evidentemente una vez que lo comenté con Salvador decidimos sin ningún tipo de problema que fuese a los servicios de la Catedral. Entramos en la Catedral y salimos de ella con cuatro costaleros en última, con lo que ello significa. Y estando parados en la llamada Plaza del Silencio, al final de Placentines, se presenta Domingo con un compañero suyo de trabajadera de San Gonzalo y que también era costalero del Gran Poder, que ese año no había salido por amenaza de lluvia. Al verle la cara tan blanca, le preguntamos si estaba mejor y qué le había pasado, contestándonos que antes de salir había cenado dos platos de garbanzos y que como en el chiste de Paco Gandía, se le habían revuelto con el esfuerzo debajo del paso y que en los urinarios de la Catedral había tenido lugar la tragedia de los garbanzos del chiste en la plaza de toros, por lo que hubo garbanzos que llegaron al Patio de los Naranjos.
»Entonces Salvador Perales le dio dinero para que se tomara una tónica y le dijimos que no se metiera más debajo del paso, a lo que nos contestó que si su compañero podía dar unas cuantas chicotás, a lo que le dijimos que no había ningún problema. Cuando el compañero entra me pregunta que cuál era su relevo, a lo que le contesté: “Tu relevo es Placentines-San Antonio Abad”. Lo único que ocurrió desde ese momento hasta la entrada, es que una vez dentro de la iglesia los dos pasos, comentando la anécdota en el compás, Domingo me dijo que ya se encontraba bien y que gracias por la tónica. Y su compañero me dio las gracias por haberlo dejado entrar en el paso, a lo que le contesté que gracias a él por habernos hecho un favor tan grande. Esta es la única y verídica historia, según diría mi admirado Paco Gandía, que ha ocurrido en la cuadrilla de costaleros del Silencio mientras yo he sido su capataz y que pueda tener relación con la escrita en El Recuadro. Como diría el mago Anthony Blaek: "Esta es la realidad, lo demás es fruto de vuestra imaginación".» (Muchas gracias, señor capataz: me ha dado usted hoy escrito el artículo, y la verdad nos ha hecho (más) libres.)
Día 17/08/2010
Fuente: www.abcdesevilla.es

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