Dios te salve.
Tú me conjuraste la última vez que vine aquí y no te dixe quien era por tu inobediencia. Yo te juro por Jesu-Cristo Crucificado, que soy Rafael Ángel a quien tiene Dios puesto por guarda de esta ciudad.
El Provisor te dixo que, si a ti volviese me preguntaras quién eran aquellos Mártires de quien yo te había tratado. Dile que los que dice la piedra son, y otros muchos más, entre los cuales están Perfecto Presbítero, y Argimiro Monge, y Leovigildo, y Cristobal, y Victoria, y Flora, y María, Helías, y Hieremías y otros.
Y mira: aunque Fausto, Januario, y Marcial fueron puestos a fuego, no fueron quemados de todo punto, y de industria se les dexaron los cuerpos así, para que los perros se los comiesen, y como viniese la noche, los cristianos cogieron las cenizas, y lo que estaba por quemar de los cuerpos; porque fue el martirio sobre tarde, y con veneración ocultamente los sepultaron: los cuales después se juntaron con todos esotros.
[...]
De esta Manera, el Arcángel fue explicando al Padre Roelas cómo reconocer a las Vírgenes por su craneo de menor tamaño que el de los demás, castigando el Señor a quienes lo dudasen. Que no existían restos de infieles, siendo todos ellos pertenecientes a los Mártires...
Fuente: Textos del Venerable Presbítero Juan del Pino, siguiendo los manuscritos del Venerable Presbítero Andrés de las Roelas
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